Por Eloy Garza González.
Es irrebatible: la gente de Nuevo León ya no cuenta con suficientes opciones culturales auspiciadas por el aparato público. Por ende, el Estado se enfrenta al riesgo de ver disolverse los lazos de identidad que nos arraigaban con los valores comunitarios y que inspiraba metas colectivas, más allá de los simples esfuerzos individuales. La gente reclama arte, cultura, historia y patrimonio; pide su ración de eternidad.
Es evidente que, salvo honrosas excepciones, el ánima cultural de Nuevo León ha despertado ocasionalmente para patrocinar proyectos artísticos dispersos y relativamente caros.
Habría que insistir en el tópico (no por trillado menos cierto), que la cultura no se agota en inauguraciones, cócteles y cortes de listón de bienes artísticos, de la llamada “alta cultura”, reciclados y expuestos una y mil veces. La cultura es exploración, no sólo ratificación de aficiones ornamentales.
Aunque existan políticas públicas articuladas para estimular las expresiones artísticas comunitarias, resulta innegable que los hilos de coordinación entre el Estado y los 51 ayuntamientos se adelgazan o están desgastados.
Esta desconexión de propósitos se suscita en los tres órdenes de gobierno, frente a la impotencia de los colectivos culturales que existen en Nuevo León, a veces invisibles o ayunos de genuinas voces autorizadas que los representen en la toma de decisiones públicas. Los gremios artísticos han acabado por desbordar los cartabones oficialistas.
¿Dónde radica el principal error de este estado de cosas? Para empezar, carecemos de una legislación local que responda a los retos actuales. Otras entidades federativas han construido marcos legales de vanguardia, mientras en Nuevo León seguimos en estado catatónico, sometidos a la inmovilidad intencional de algunos intereses creados.
Recuerdo que Gabriel García Márquez se negaba a burocratizar la cultura bajo el siguiente argumento: “a la cultura hay que dejarla suelta a su aire. El Estado tiene el deber de fomentarla y protegerla, pero no de gobernarla”.
No es un capricho, por lo tanto, exigir la reforma de raíz de la política cultural como agenda prioritaria para el entrante gobierno de Samuel García, con un ente cultural que absorba entre otros organismos, Tres Museos, Fondo Editorial Nuevo León e incluso el Archivo General del Estado y TV Nuevo León y Radio; cada ente persiste con presupuesto por separado y cubriendo su propia agenda que debería absorberlos por eficiencia administrativa una misma dependencia a fin de acabar con la atomización del recurso.
CONARTE debe reinventarse. Vale la pena plantearse un renovado órgano cultural que genere nuevas audiencias, en especial entre los jóvenes con menos escolaridad (sin olvidar que existen buenos programas para ellos); que atienda a los nuevos consumidores culturales y que ponga en primer plano, a los creadores, lo mismo en la dimensión presencial como en el ecosistema digital.
En Nuevo León ha florecido una buena cantidad de espacios culturales independientes, bajo organización autogestiva (de las que yo he formado parte, sin solicitar nunca un solo peso de respaldo oficial pero también sin ofrecimientos públicos de ninguna especie).
Se trata de iniciativas ciudadanas, en formato cooperativo, que asumen la cultura como bien público, al alcance de todos y que redefinen el sitio del arte lo mismo en las mentes personales, en la familia, así como en el entorno social tan lesionado por el reciente confinamiento que nos impuso la distancia sanitaria. La pandemia por COVID-19 empujó a estos espacios independientes por voluntad propia a recurrir a plataformas virtuales para potenciar sus limitados alcances o creándose desde sus mismos orígenes en Internet.
Ejemplos abundan; como también se registra el déficit de apoyo de autoridades culturales a este tipo de propuestas marginales emergentes de la oferta cultural; propuestas que se multiplicaron y diversificaron irónicamente a causa de la pandemia.
¿Evidencia de esta desconexión gubernamental a la que me refiero? Va una como prólogo a futuros artículos donde profundizaré en el tema: ¿cuántos de estos espacios culturales independientes se les refiere en la página oficial de redes sociales de los órganos culturales?