Por Carlos Chavarría.
Cada sexenio se inventan «tarjetitas» con dinero y lemas que aluden y enfatizan la tremenda importancia, que tiene la preocupación del gobierno de turno, por la pobreza. Los programas “anti pobreza” se reinventan cada seis años y se propalan nuevas estadísticas e indicadores que hablan de grandes éxitos, pero al final todo sigue igual.
La pobreza siempre ha sido seductora para el poder y para los políticos, su permanencia en buena medida se debe a eso: los pobres justifican todo, hasta las razones para que el Estado exista.
La pobreza, incluso, es usada como el prólogo y motor de todo discurso político que pretende dividir y polarizar a la sociedad.
Vamos a festejar (¿?) 200 años de nuestra Independencia con una deuda social enorme. Si ya los números referentes a la pobreza eran inaceptables, con la pandemia se han convertido en escalofriantes, y los pocos programas emergentes para aliviar la tensión por este tema son como una gota en un comal ardiendo.
Doscientos años han transcurrido desde nuestra Independencia y ahí están los dos México de siempre: los que fueron los disparadores de todas las convulsiones por las que hemos atravesado. A pesar de todos los avances materiales, nuestro modelo de Estado-nación sigue produciendo cada vez más pobres, no acertamos a cambiar el estado de las cosas.
A pesar de las evidencias de su pobre rentabilidad social final, y de sendos estudios realizados desde la fundación del COPLAMAR en 1977, se continúa con la aplicación de subsidios o transferencias directas a grupos específicos de la población como única medida emergente para atacar la desnutrición y apoyar el acceso a la educación… al fin eso produce votos, hoy todo es igual.
El gran pendiente por resolver, la pobreza, está en el débil crecimiento económico de nuestro país y la pésima administración de los escasos recursos que producimos.
No hay recursos para crecer y los que se generan se asignan cada vez peor y se diluyen en obras de relumbrón. Aún estamos atorados y sometidos a las ocurrencias del gobierno.
En la crisis actual, los programas de entrega de dinero con las tarjetas del gobierno no tienen forma de sostenerse, más si se considera el enorme agujero financiero, de todos los días, de PEMEX y la CFE.
PEMEX perdió en 2020, 520.4 miles de millones de pesos (mmdp) [https://www.pemex.com/ri/finanzas/Resultados%20anuales/2020_Pemex_EFCD.pdf] en tanto CFE acumulo en el mismo 2020, 85.4 mmdp [https://www.cfe.mx/finanzas/reportes-financieros/Reportes%20Anuales%20Documentos/Reporte%20anual%202020.pdf].
Que esas dos empresas se lleven el 10% de todos los ingresos del gobierno federal, nada más para pagar su déficit, es simplemente insostenible. Ya anunció el presidente que le pedirá a los gobernadores que le entren con su parte para continuar con su terquedad de regalar dinero, en lugar de crecer.
“El gobierno no es la solución para nuestros problemas, el gobierno es el problema!”
Ronald Reagan.