Por Francisco Tijerina Elguezabal.
“Los hechos no dejan de existir aunque se les ignore”
Aldous Huxley
Los números no mienten.
De nueva cuenta los casos de infección por Covid-19 van a la alza y en el caso de esta nueva oleada están pegando con mayor intensidad en los jóvenes por, considero, una razón lógica: la mayor parte de los más viejos ya estamos vacunados.
Ayer primero en el Congreso del Estado y luego en la Secretaría de Salud un grupo de “madres de familia” protestaron exigiendo el regreso a clases presenciales de los menores.
Gritos, pancartas, insultos, exigencias y consignas previamente armadas fueron los “argumentos” del grupo de mujeres.
Por una parte se puede cuestionar si en realidad se trataba de “madres de familia” o bien eran empleadas y familiares de uno o varios colegios particulares a los que la pandemia les ha pegado durísimo en sus ingresos y en su cantidad de alumnos.
En el caso de que efectivamente se tratase de madres de educandos, sería ideal el cuestionarles si tienen plena certeza de que al acudir a los planteles sus hijos no se contagiarán del temido coronavirus y si cuentan con algún estudio que les asegure que sus vidas no estarán en riesgo.
A final de cuentas la ciencia no termina de comprender aún cómo muta y se desarrolla el virus y aunque han sido los menos, lo cierto es que nadie puede aseverar que no existe la posibilidad de infección, toda vez que ya se han presentado casos en menores de edad.
Sí, tienen razón, los chamacos ya no se aguantan en casa y ellos los aguantan menos, pero esos no son motivos suficientes como para ponerlos en riesgo.
El retorno a las clases presenciales debe darse sólo hasta que estemos plenamente seguros de que no existe riesgo alguno para los estudiantes; hacerlo de otra manera, por cualquier circunstancia que usted invoque, es cometer un terrible error del que de nada servirán los arrepentimientos posteriores.
¿Pondría usted a su hijo en riesgo? Yo no…