Por Carlos Chavarría
La estrategia propuesta por AMLO para cambiar la deuda de corto plazo del mercado de capitales y bancos, por líneas del FMI o de cualquier otro origen, tiene como objetivo crear nuevos enemigos.
Ahora el Banco de México, el FMI, el Banco Mundial y todo el que le niegue recursos para continuar su fiesta, será enemigo de su gobierno, cuando el mas férreo enemigo es el presidente mismo y su obcecación.
A todos los gobiernos del mundo les urge regresar la actividad económica a los momentos previos a la pandemia porque el lado flaco de todo el parón económico son las deudas publicas y privadas, que esas sí pueden destruir todo el sistema económico por mas liquidez que se le inyecte en el corto plazo.
No se requiere ser un genio financiero para comprender que, desde antes de la pandemia, la economía mexicana y las finanzas del gobierno ya estaban muy presionadas y de ahí la decisión de realizar algunas de las reformas para detener el crecimiento de la deuda publica.
Consúltese los reportes del Centro de Estudio de las Finanzas Públicas del Congreso Federal, donde existe abundante información al respecto: [https://www.cefp.gob.mx/publicaciones/documento/2020/cefp0302020.pdf].
No se trata de juzgar las intenciones de la gestión publica, que siempre son muy loables, sino las políticas publicas, su dinámica y la efectividad multiplicativa del gasto y la inversión en el contexto de la realidad que impera y ahí si estamos perdidos.
El presidente lo sabía, como también su gabinete económico. Sin crecimiento de la economía y sus efectos agregados, es siempre imposible aumentar el gasto corriente sin que se desequilibren las finanzas. A pesar de eso, todo el gabinete, excepto los 2 o 3 que renunciaron por supuesto, se plegaron al discurso presidencial que agotaba la confianza en los inversionistas nacionales y extranjeros.
Ya era bien conocido por todos que ni usando todos los «guardaditos», fideicomisos y fondos con destino comprometidos, se podían financiar los programas sociales y los programas de inversión en curso, más los que invento esta administración. Tampoco se puede sostener la gran mentira de PEMEX y la CFE por más que traten de culpar hasta al papa por su enorme ineficiencia y despilfarro.
La deuda de PEMEX [https://www.pemex.com/ri/herramientas/Documents/PEMEX_Factsheet_e.pdf] es de 112,000 millones de dólares americanos (MMD), en tanto la de CFE [https://www.cfe.mx/finanzas/financiamiento/Composicin%20de%20la%20deuda/2021/COMP%20DEUDA%202Q%202021%20INGLÉS.pdf] es de 19,895 MMD. El deuda total [https://www.gob.mx/shcp/prensa/comunicado-no-025] del gobierno federal asciende a 600,000 MMD @ 20 PMEX/USD. Las conclusiones quedan a cargo del lector.
El gobierno mexicano se encamina a una nueva crisis por sus deudas y está buscando revivir el discurso de los 80’s cuando ocurrió una de las más profundas crisis económicas, de la que aún no acabamos de salir.
La inflación ya muestra los efectos del aumento de los precios y tarifas que controla el sector público y que empiezan a utilizar como medio para financiarse, sin eficiencia. En el gasto se requerirán cambios estructurales para regresar a la meta de 3% anual de INPC.
Aún y cuando la actividad regresara a niveles de antes de la pandemia, no será posible sostener las políticas de gasto corriente del gobierno federal, a menos que surgiera otro Cantarell, una lámpara de Aladino, o algo similar, para evitar el gran ajuste fiscal que tendrá por fuerza que aplicarse, que por fuerza le pegará a los más pobres y supuestos beneficiarios de los programas sociales del gobierno.
La mejor salida es que el Señor Presidente vuelva a poner los pies en la tierra y abandone su discurso beligerante, expoliador y amenazante que aleja la confianza de propios y extraños, y concentrarse en usar los pocos recursos libres donde más efectos multiplicativos produzcan.
“En épocas de crisis, los activos se vuelven muy pasivos y los pasivos muy activos”.
Anónimo.