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Por Félix Cortés Camarillo

Ana Gabriela Guevara, medallista olímpica y titular de la Comisión Nacional del Deporte, pronosticó antes de iniciar os juegos olímpicos de verano Tokio 2020 que se realizaron este año, adelantó que México traería de esos juegos por lo menos diez medallas. El saldo de la representación mexicana fue de cuatro medallas de bronce y dos perdidas por escaso margen. Todo dentro de la mexicana tradición del «ya merito».

            Los que seguimos las transmisiones de las competencias de Tokio en los horarios más estrambóticos y arbitrarios imaginables somos testigos que los clavadistas, arqueros y deportistas de otras disciplinas hicieron su mejor esfuerzo y que su desempeño fue altamente meritorio y plausible.

            Lo que no podemos dejar pasar inadvertida es la abulia, indolencia y corrupción con la que el deporte amateur mexicano ha sido manejado en los últimos años. A diferencia del deporte profesional, por ejemplo el futbol que es permanentemente negocio exitoso que proporciona ganancias a  sus empresarios y entretenimiento al amplio público, sabemos con frecuencia que los deportistas que hacen deporte por afición carecen de apoyos económicos, logísticos y de manejo oficiales. Excepto, tal vez, los deportistas que son al mismo tiempo miembros de las hoy privilegiadas fuerzas armadas de nuestro país; cosa que hábilmente se guarda con discreción.

            En el resto de las ramas suele aflorar de cuando en vez fenómenos de nepotismo, discriminación, favoritismos varios y extremo abandono que llega con frecuencia a obligar a los atletas a conseguirse ellos mismos competiciones de preparación, boletos de viaje, y a veces hasta los mismos uniformes o aparejos.

            Cuando estas líneas se lean, caso que así suceda, ya debe haberse dado la inauguración de los juegos paralímpicos de Tokio, allá mismo.

            Los juegos paralímpicos, esto es competencias deportivas para personas discapacitadas, tuvieron su embrión en Berlín en 1888, cuando compitieron por primera vez atletas sordos. Fue en 1960 cuando comenzaron en Roma a celebrarse estos jeugos para personas discapacitadas en paralelo con los juegos olímpicos «normales».

            Sin el glamour de las estrellas del deporte en el mundo, desde hoy hasta el 5 de septiembre vamos a presenciar competencias que no tienen los estándares de marcas y logros pero que no carecen de la carga emocional que añaden al reto deportivo las adicionales inconveniencias que los competidores tienen que enfrentar.

            140 países han enviado a sus representantes a Tokio. México es representado por 60 atletas, 29 de ellos mujeres.

            Yo no quiero hacer pronósticos, pero apostaría lo que quieran apostar a que van a regresar con más medallas que los deportistas «normales», como ya es tradición que pase en competencias mundiales, panamericanas u olímpicas. De las olimpiadas de Holanda en 1980 se trajeron 20 oros, 16 platas y 6 bronces. Lo veremos a partir de hoy, sin conocer la promesa de Ana Gabriela.

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapaboca): Quisiera que quede bien claro: no todos los que condenamos la persecución política de Ricardo Anaya Cortés por parte del presidente López estamos defendiendo su inocencia. Yo no meto la mano al fuego por ningún político de nuestro país. Mucho menos por Andrés Manuel López Obrador, su familia y su pandilla. Pero que no venga el presidente López con la cantaleta de que el que nada debe, nada teme, y que Anaya debiera presentarse el jueves ante el juez de instrucción. Exactamente eso hizo Rosario Robles, creyéndose inmune. No salió del país, se quedó y se presentó a declarar su inocencia, que es cosa suya y no mía. Ahí la aprehendieron, y hoy sigue en la cárcel la ex secretaria de estado, supuestamente inocente según la ley, y que fuera cómplice y parte de la banda del presidente López a quien entregó la regencia del Distrito Federal.

            El decir popular dice que pa´ los toros del Jaral los caballos de allá mesmo.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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