Por José Jaime Ruiz
josejaimeruiz@lostubos.com
@ruizjosejaime
En el no muy lejano año de 2016 hacía esta reflexión: “El gobernador Jaime Rodríguez Calderón, a contrario sensu de las líneas discursivas de Ernesto Canales y Aldo Fasci, demostró que el combate a la corrupción del gobierno de Rodrigo Medina de la Cruz es un asunto político que evita politizar. Ni se denuncia la corrupción ni se procura la justicia. El caso de Medina no es un asunto judicial, es un asunto político que el Bronco ya negoció con Enrique Peña Nieto.
“La última ficha que tenía Jaime para redimensionar su credibilidad y su legitimidad, se la jugó ayer y prefirió, a través del connivente Ernesto Canales, cuidar, salvaguardar y defender tácitamente a Rodrigo Medina. Por quedar bien con Los Pinos, el Bronco ya perdió con los ciudadanos y por más que siga pagando “bots” en redes sociales, los nuevoleoneses ya lo descalificaron.
“Complicidad tras complicidad, corrupción tras corrupción, opacidad tras opacidad, impunidad tras impunidad, tráfico de influencias tras tráfico de influencias, nepotismo tras nepotismo, el gobierno de Jaime no es sólo un gobierno fallido, es un gobierno que naufraga.
“La ficha de la complicidad: El Bronco, Fernando Elizondo y Ernesto Canales, los tres cómplices de Medina al no denunciarlo.
“La ficha de la corrupción: el ejemplo del cobijagate y Rogelio Benavides Pintos.
“La ficha de la impunidad: ni contra Rodrigo Medina ni contra Rogelio Benavides Pintos.
Pues bien este lunes de septiembre leo: “El fiscal especializado en combate a la corrupción de Nuevo León, Javier Garza y Garza, afirmó que las investigaciones de la llamada Operación Tornado fueron solo un ‘montaje político’, una mentira para ‘vender noticias’ de su antecesor, Ernesto Canales Santos. En entrevista con MILENIO, Garza y Garza indicó que esas pesquisas solo estaban encaminadas a una venganza política contra el ex gobernador Rodrigo Medina y sus funcionarios. Recordó que estaban tan mal integradas que de las 25 carpetas de investigación, 24 se cayeron en los juzgados, y solo se tuvo una sentencia condenatoria por un ‘asunto menor’.”
Desde 2016 sabíamos que la Operación Tornado era sólo una lluvia ligera, un llovizna impune.
