Por Francisco Tijerina Elguezabal
“La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.” // Antonio Machado
Cuestión de mi trabajo y de la vida misma, a lo largo de los años he tenido que escribir o simplemente comunicar sobre el deceso de familiares, amigos, personajes públicos o famosos.
Nunca es grato, aunque en el ejercicio de repasar la vida de alguien a quien tuviste la oportunidad de tratar, vienen a la mente, como por arte de magia, grandes instantes, momentos felices y jocosas anécdotas.
Los tiempos recientes han sido especialmente difíciles, porque han sido muchas las personas que han partido debido a la pandemia, amén de que al ir acumulando años te empiezas a dar cuenta de que cada vez son más los contemporáneos que se nos adelantan en el camino y cada vez te sientes menos arropado y acompañado en el trayecto.
Por ser algo conocido en algunos círculos, han sido varias las personas y familias que me han solicitado compartir la muerte de un ser querido a fin de que sus amigos y parientes se enteren y tengan también la información de sus servicios fúnebres; aunque no es placentero, te queda la satisfacción de haberles sido de utilidad.
Con el término del año es inevitable realizar balances y pensar en todos aquellos seres que han dejado este plano terrenal. A todos los que lo hicieron este año, como en los anteriores, nuestro mejor recuerdo y el agradecimiento por haberse cruzado en nuestro camino y de alguna u otra manera haber aportado algo al bagaje personal.
Sí, lo he hecho muchas veces y durante largos años, pero puedo estar tranquilo que no faltará quien, en su momento, se encargue de difundir la mía.
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