Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila.” // Refrán popular
Conforme avanzan las horas, el asunto del incendio de un puñado de tejabanes en el predio conocido como “El Pozo” comienza a delinear una historia digna de Kafka.
Si las primeras reacciones de los gobiernos estatal y municipal fueron “a bote pronto”, sin orden ni estrategia, el pasar del tiempo únicamente ha provocado que la lista de desatinos, decisiones encontradas y versiones opuestas crezca, además de dar la posibilidad a los infaltables “héroes de la foto” de ganar sus 15 minutos de fama.
Veamos, se trata de un grupo de posesionarios afinado en un terreno (al parecer del gobierno federal) desde hace más de 20 años, sin servicios y en el que hay torres y cables de alta tensión de energía eléctrica.
Si ayer criticábamos el que por una parte dijesen que pretendían reubicar a los damnificados en otros terrenos de Fomerrey, pero por la otra les llevasen madera y láminas para que volviesen a construir sus cuartos, la continuación de la historia no tiene desperdicio.
Por principio los lugareños están divididos y hay quienes piden les asignen otro lugar para vivir, pero también hay otros que se niegan a moverse de ese trozo de tierra.
Antier comentaban las autoridades que se reunieron para analizar opciones y ayer siguieron en las juntas, juntitas y juntotas, analizando qué hacer y cómo darle salida al entuerto. Eso sí, para la foto y el boletín dirán que “han mantenido una estrecha coordinación entre todos los niveles de gobierno con la mejor disposición en la búsqueda de soluciones integrales que permitan brindar certeza jurídica a los afectados y de esta forma respetar sus derechos humanos”.
Aunque eso sí, al más puro estilo de La Chimoltrufia declaran que “sea cual sea la decisión del Gobierno, las autoridades respetarán la voluntad de las familias”.
En medio de todo el margallate aparece de la nada un “director de Proyectos de la Fundación de la ONU” quien así, como si tomara unas monedas del cenicero del coche, se avienta el tiro de declarar que van a regalarles 150 casas que construirán en dos meses. Diría Procopio: “¡Tantéate Nieves!”, ¿para qué 150 si nada más fueron 103 los tejabanes que ardieron en la quemazón? Ah, pero eso sí, pide un terreno más grande porque en el dichoso “Pozo” no caben las 150 viviendas de ocho por 15 metros.
No digo que no, pero está medio rara esta Fundación de la ONU de la que nadie, hasta donde ayer pude indagar, tiene conocimiento de su existencia y menos de sus funciones.
Y póngale que les regularizan la tierra y les construyen las casas lo cual tendría que ser bajo los esquemas de vivienda popular en el que se liquida sólo una parte del valor de la tierra y lo demás lo paga el Estado, pero me quedo pensando, ¿qué pasará después? Pues nada, que después de un tiempo los beneficiarios exigirán que el Gobierno les compre sus casas porque al vivir debajo de las líneas de alta tensión pueden contraer cáncer.
No han resuelto el problema de una sola familia, pero ya han surgido mil historias fantásticas.
ftijerin@rtvnews.com