Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
“Hemos aprendido un montón de este movimiento feminista transfronterizo internacionalista que se despliega a lo largo de todo el mundo y, por ejemplo, a nosotras nos impacta de manera muy estratégica todo lo ocurrido en Argentina, la experiencia de tener esos Encuentros de Mujeres que se hacen desde 1986, la experiencia que tienen las compañeras en México que luchan contra una violencia desatada, que si bien es álgida en toda América Latina, en ciudades transfronterizas de México es un problema que habla del lugar de opresión que el capitalismo patriarcal quiere imponer a las mujeres, a las disidencias, a las niñeces, a las y les oprimidas.” // Pamela Valenzuela Cisternas
«Porque en sintonía con la feminista dominicana Yuderkys Espinosa (2010) y la feminista chilena Margarita Pisano (2010), asumo a mi cuerpo como territorio político debido a que lo comprendo como histórico y no biológico. Y en consecuencia asumo que ha sido nombrado y construido a partir de ideologías, discursos e ideas que han justificado su opresión, su explotación, su sometimiento, su enajenación y su devaluación. De esa cuenta, reconozco a mi cuerpo como un territorio con historia, memoria y conocimientos, tanto ancestrales como propios de mi historia personal.» // Dorotea A. Gómez Grijalva
«Quienes llegamos al feminismo tras una experiencia de militancia en organizaciones de izquierda, sabemos la fuerza ideológica que han tenido los discursos que representan al feminismo como una ‘ideología burguesa, divisionista e individualista’ que separa a las mujeres de las luchas de sus pueblos. Las experiencias del feminismo liberal anglosajón, que de hecho si partieron de una visión muy individualista de los ‘derechos ciudadanos’, han sido utilizadas para crear una representación homogeneizadora del ‘feminismo’. Apropiarnos de este concepto y darle nuevos sentidos ha sido parte de la lucha de los múltiples feminismos mexicanos que se han venido gestando en las últimas décadas. La reivindicación de un ‘feminismo indígena’, solo será posible en la medida en que las mujeres indígenas le den un contenido propio al concepto de ‘feminismo’ y lo sientan útil para crear alianzas con otras mujeres organizadas.» // Rosalva Aída Hernández Castillo
«Estos años de pandemia fueron muy duros, se recargaron las tareas de cuidado que siguen recayendo en nuestros cuerpos, estamos y estuvimos en la primera línea del sistema de salud, tareas de promoción de comunitaria, sosteniendo las ollas populares, prevención y abordaje de violencias y tareas de prevención sanitaria y de cuidado ambiental. Por esto las mujeres, lesbianas, travestis, trans, identidades no binarias, bisexuelas, indígenas, originarias, afro, infancias y personas con discapacidad nos unimos en un grito en común exigiendo y denunciando: eso que llaman amor es trabajo no pago.» // Organizaciones argentinas
«La experiencia de las personas trans desestabiliza a la sociedad heteronormativa y cuestiona al patriarcado que se ha querido imponer en sus cuerpos. Estos cuerpos se convierten, entonces, en un lugar de transgresión, ya que desafían al sistema sexo/género que en su lógica, busca armonizar sexo, género y deseo. Por eso, los cuerpos sexualmente disidentes son expulsados, discriminados y sufren dis ntas formas de violencias disciplinadoras.» // Eugenia Bravo
«Hemos señalado cómo el movimiento feminista transnacional ha tomado como bandera la lucha contra la deuda como parte de la dinámica de la huelga. Hemos dicho aquí y allá ‘¡Vivas, libres y desendeudadas nos queremos!’ (Argentina), ‘¡Nosotras contra la deuda!’ (Puerto Rico), ‘¡Nos deben una vida!’ (Chile), ‘¡No debemos, no pagamos!’ (España). Es algo histórico en su novedad: que el movimiento feminista politice, a escala de masas, la cuestión financiera. Y, además, que una lectura feminista de la deuda permita repensar las violencias económicas en su vínculo con las violencias machistas. La huelga feminista, al denunciar la deuda del Fondo Monetario Internacional y la de los acreedores privados y su impacto en las deudas domésticas, no para de hacer aparecer otras deudas. De visibilizarlas y reclamarlas. Al mismo tiempo que los bonistas y fondos de inversión presionan por cobrar el total de sus inversiones, en la calle se pone en evidencia que las acreedoras somos nosotras. // Lucy Cavallero / Verónica Gago