Por Carlos Chavarría
Es cierto que el país no va bien en muy diversos ordenes, seguridad, economía, salud, educación, etc.; desde que Calles fundó “el sistema”, nuestro México no ha podido aprovechar y dar ese tirón que le falta para ser parte del grupo de países que crean las tendencias mundiales.
El sistema son todos los aparatos que hemos creado desde 1929 para organizar el trabajo y los recursos materiales de que disponemos en este país para desarrollarnos y brindar un espacio disponible para que cada uno realice sus potencialidades y aspiraciones en paz y armonía.
El sistema esta formado por procesos y reglas que al entrelazarse y operar, en teoría deberían permitir que lo colectivo y lo individual operen en círculos virtuosos que se van perfeccionando todos los días, deshaciéndose de todo lo que se va convirtiendo en no adecuado para los propósitos de bienestar que nos son comunes.
Todos los días se dejan ver las señales del agotamiento de esos aparatos y la perdida de su sincronía ante los muy diversos intereses que se dejaron operar y que lo pervirtieron todo.
Si alguna vez tuvimos valores éticos, las mezquindades inspiradas en el materialismo desmedido acabaron con ellos y es apreciable que ni en asuntos tan simples como la cortesía ante el volante de un auto, se dejan ver por ninguna parte.
Porque ya no existe ni siquiera el pudor pues se exhiben todos los días los latrocinios de mas miembros de la “clase política” y su desprecio hacia la sociedad, pero queda en evidencia las sus pocas ganas de hacer cambios de fondo en el sistema, mas allá de insistir en la grandes mentiras que nos gobiernan.
Lo único cierto es que esa clase política se ha ungido en la forma de grupos de amigos diversos que se reparten el botín, que representa el poder que les es conferido, y del que es imposible asegurar que hagan buen uso para el exclusivo beneficio de la sociedad.
Se van unos y los que llegan repiten la misma cantaleta de que «ahora sí se acabo el mal gobierno»; pero más tardan en sentarse que en adoptar las mismas malas practicas que sirvieron a los que les precedieron, en un círculo de complicidades históricas que se acumulan, acrecentando el desencanto y las inconformidades, y por lo mismo la tensión social.
Ejemplos tristes están por todas partes, lo mismo en el agua, que en los malos pavimentos, que en los asesinatos, la carestía, la contaminación, el hacinamiento urbano, la mala educación, los grupos rupturistas tolerados de diverso tipo, etc. Y todo es culpa del que se fue que dejo su tiradero.
El Bronco usó al órgano de Agua y Drenaje para sacarle dinero hasta a los hogares más pobres y es tragicómico ver ahora las peripecias discursivas de la nueva administración para volver a usar los mismos argumentos y repetir la misma receta.
En franca violación de la secrecía anuncian diario a nuevos sospechosos detectados en la administración que ya se fue, pero no se recupera lo que se asume robaron y menos hacen cambios en las malas practicas que lo permitieron.
A nivel nacional, todos los días desde el más alto escalón, se lanzan contra cualquier crítico nacional o extranjero, usando el mismo circunloquio que ya no se lo cree nadie, el del neoliberalismo y las mafias, que lo explican todo pero no se resuelve el fondo de nada, pues persisten los mismos entramados que continúan acumulando poder y haciéndose con los excedentes cada vez mas escasos que la sociedad produce con tanto sacrificio y esfuerzo.
El sistema se agotó y es necesario despojarlo de tanto poder sobre la sociedad y los asuntos, abriendo espacios para convertir al estado en verdadero servidor de la nación mediante el control efectivo desde la sociedad.