Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
“Garantizar la seguridad de la población no es uno de los servicios del Estado: es su razón de ser”, publica hoy Gabriel Zaid en el periódico Reforma/El Norte. La razón de ser del gobierno fallido de Samuel Alejandro García Sepúlveda colapsó. Los errores suceden en cadena: no existe un derrumbe, sí un declive.
Tonante o sugerida, la ineptitud de Samuel Alejandro es denunciada por el presidente Andrés Manuel López Obrador; por el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar; por la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, por los periódicos y portales como El País, The Washington Post, la BBC; por Nahuel Guzmán de Tigres; por el grupo Intocable…
El manejo de la crisis ha sido catastrófico, eso le pasa por contratar a Rafael Valenzuela, un probable prestanombres del dirigente de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, y del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro. El control de daños se convirtió en descontrol al querer posicionar al gobernador de Nuevo León como un funcionario que “da la cara”, tratando de hacerlo tendencia mediante hashtags y contratando a influencers, rentando a los medios de comunicación para apaciguar las críticas y pagando a connotados activistas anti4T para cambiar la conversación y que se asuma que es un gobernador responsable. En Nuevo León se preguntan, ¿de qué sirve dar la cara si no da resultados?
Para sobrevivir, García Sepúlveda tiene que despedir a Aldo Fasci Zuazua, su secretario de Seguridad y, de paso, al incompetente secretario de Gobierno, Javier Navarro Velasco. Para paliar la crisis tendría que poner a Martha Herrera, la secretaria de Igualdad e Inclusión, como secretaria general y, probablemente, a la diputada Sandra Pámanes en Seguridad. Su gobierno no sobrevivirá si no da un golpe de timón.
La “falla humana masiva” en el caso de Debanhi Escobar, proclamada por Aldo Fasci, ya es una carcajada en las redes sociales donde se dice que el único error humano masivo fue votar por Samuel Alejandro. Los bots pagados no van a parar el declive. Y al catastrófico Rafael Valenzuela, en medio de la mayor crisis de este gobierno –mal manejado el caso de María Fernanda Contreras y en su cúspide el tema de Debanhi–, se le ocurrió la frívola campaña de “Nuevolandia” en el Parque Fundidora profusamente propagada por Mariana Rodríguez y Samuel Alejandro. Una fiesta macabra donde se celebra, ¿qué?
La remoción del fiscal Gustavo Adolfo Guerrero (quien podría terminar en la cárcel), se dará con un encargado de despacho, mientras los diputados de Nuevo León resuelven cuestiones jurídicas y legislativas para nombrar a uno nuevo. La indignación sirve también para pegarle al alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio, quien según sus críticos está en calidad de “desaparecido”.
En dos semanas Samuel García perdió credibilidad y representatividad. Contaminación, movilidad, inseguridad, sequía, estallaron como una gran crisis teniendo su trágico corolario con los feminicidos. La frivolidad de Mariana y Samuel los desgastó aceleradamente. O dan un golpe de timón real, no virtual, o perecen. La revocación de mandato ya es tema en Nuevo León.
