Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
En su visita a Nuevo León, el 13 de mayo pasado, le preguntaron al presidente Andrés Manuel López Obrador sobre revocarle el mandato al gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda.
–Usted se ha dicho promovente de las causas que quiere la gente. Ante este panorama y este contexto que vive Nuevo León de crisis de inseguridad, crisis hídrica, que puede sentir la población que está pasando en estos momentos, ¿usted estaría a favor de que si así lo quiere la gente se promueva una consulta popular para pedir en su momento la destitución del gobernador, en dado caso que la gente así lo quiera?
–Bueno, primero, hablando nada más de lo legal, tendría que hacerse una reforma constitucional en el caso de Nuevo León y no hay en ningún estado establecido en la Constitución el proceso de revocación de mandato.
–¿Estaría a favor de que se pudiera reformar esto en los estados?
–Sí, hacia adelante, ojalá en todos los estados, porque es muy importante la democracia participativa, que no olvidemos que el pueblo pone y el pueblo quita, que el pueblo es el soberano.
Samuel Alejandro tomó posesión de su cargo el 3 de octubre de 2021. En junio 3 de 2022 –ya pasaron los demasiados meses– lo desbordó la crisis del agua y no ha solucionado los problemas de Nuevo León, por el contrario, los acentúa. Adolescente perpetuo, García Sepúlveda es un espécimen que representa todos los rasgos del Síndrome de Peter Pan (en otro artículo analizaré sus síntomas).
Como no puede resolver la problemática del estado, Samuel Alejandro se la endosa, para que la resuelva, a los ciudadanos a través de tarifazos. El alza al servicio del agua y al servicio del Metro y al transporte público, por ejemplo. No importa el desabasto del agua ni un Metro colapsado o las horas que pasan los usuarios para abordar un camión. No importa instigar el estrés hídrico en la población. El gobernador (in) crispa las relaciones domésticas, intrafamiliares.
Como no puede resolver la inseguridad, Samuel Alejandro dice que eso es culpa de la federación, no de él. 2022 será el año de más muertes violentas en lustros, incluyendo los feminicidios.
Si Jaime Rodríguez Calderón le dejó un desmadre en el Isssteleón, en Educación, en Fovileón, en Agua y Drenaje, y en quién sabe cuántos organismos más, ¿por qué no le pregunta de una vez qué pasó a su tesorero, Carlos Garza Ibarra, quien presidía todos y cada uno de esos organismos en el sexenio del Bronco? Garza Ibarra fue, al lado de Fernando Elizondo (sin cartera), quien manejó la hacienda pública del estado. Y ahí siguen depredando al erario.
El periódico Milenio publica: “La mala calidad del aire en Nuevo León está cinco veces por arriba de lo recomendado por la OMS. Selene Martínez Guajardo, directora del Observatorio Ciudadano de la Calidad del Aire del Área Metropolitana de Monterrey aseguró que en el año 2022 se tiene un promedio en el AMM (área metropolitana de Monterrey) de 24.1 microgramos por metro cúbico de aire de partículas finas, cifra que se encuentra casi cinco veces por arriba de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y 2.5 por encima de las Normas Oficiales Mexicanas de Salud Ambiental”. Ni el Impuesto Verde ni la palabrería de Samuel Alejandro cambian lo evidente: respiramos lo peor.
La nueva mesa política del nuevo Nuevo León tendrá como comensales y bebensales a la vieja mesa política a través de los parientes, Fernando Canales y Benjamín Clariond, también Fernando Elizondo, todos ellos gobernadores que no cumplieron un sexenio en funciones y uno solo, Canales, gobernador por voto, no por componendas políticas. Cada quien se inventa su Oráculo de Delfos, te anticipo, Samuel Alejandro. Y así el nuevo Viejo León.
“Hay una regla política elemental: no hay que pelear con todos, por todo y al mismo tiempo”, escribió un político inteligente. El panista Zeferino Salgado y el priista Francisco Cienfuegos están de plácemes con la crispación del gobernador. El “uso naranja” de los recursos públicos para las administraciones municipales no sólo es inmoral, es ilegal (después escribo sobre el uso partidista del erario).
De los tarifazos al decretazo: “¡Tengan sus 18 horas sin agua, cabrones, ustedes ni siquiera ayudan!”. O, lo que es lo mismo en sus expresiones del evento del sábado 4: “Todos los días crisis ¿y qué estamos haciendo nosotros?, ¿qué está haciendo la familia?, ¿qué está haciendo el ser humano? Cada uno de nosotros para que el consumo de 16 (mil litros por segundo) no deba pasar de 13. Ah, pero eso sí, no sale agua de la llave, ‘ingue su madre el gober y todos, pero ¿qué estamos haciendo? Esa es la pregunta”.
¿Qué estamos haciendo?, pregunta Samuel Alejandro. Los nuevoleoneses votaron por él para que hiciera, no para que los ciudadanos le hicieran la chamba. La siempre frágil frivolidad de Samuel Alejandro, habitué de ínsulas fantásticas, se congratula en “rescatar” a un rapero de la infamia migratoria, pero, infame, desprecia las legítimas protestas en redes sociales de los ciudadanos y sus electores. La política del poder, desde Instagram, es autoritaria; la política ciudadana desde la calle, la legítima protesta, es libertaria, democrática; no vertical, horizontal.
Samuel Alejandro no está preparado para las protestas de los cruces, de las calles, de las avenidas. Ya suceden. A Samuel Alejandro no lo prepararon, ni se preparó, para la realidad. El ígnaro nunca puede reconocerse imbécil. Los doctorados fast track son café instantáneo, nunca el grano y la dicha de una verdadera cafetera. Quien no sabe de corrales, se acorrala a sí mismo.
Los políticos tránsfugas al “naranjismo” tendrían que pensarlo mejor, ¿llegará Samuel, si es que llega, al 2024? ¿Existen condiciones para discutir la revocación de mandato? Obvio. Samuel Alejandro asegura siempre que en Nuevo León somos los primeros en todo, sí, en escasez de agua. Sí, ¿en revocación de mandato? El pueblo pone, el pueblo quita.
