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Por Francisco Tijerina Elguezabal

“Los que aprueban una opinión, la llaman opinión;
pero los que la desaprueban la llaman herejía”
Thomas Hobbes

No, no voy a escribir del acomplejado gato que sirve a las órdenes de José Ramón Fernández y que vive traumado porque jamás en la vida ha podido brillar con luz propia y que, por lo mismo, ha encontrado en la provocación la única forma de llamar la atención y que lo volteen a ver.

No vale la pena perder el tiempo con seres de su calaña, con cobardes mediocres  y miedosos que buscan que alguien les pegue una cachetada para victimizarse, tirarse al suelo y llorar. Sé de buena fuente de un montón de veces que se ha escondido o de plano ha salido huyendo cuando sabe que alguien lo busca para reclamar las estupideces que dice al aire o publica y que no es capaz de sostener como hombre, cara a cara.

No, hoy quiero recordar los viejos tiempos cuando siendo más jóvenes (que aún lo somos) mi compadre Mateo Muñoz (el famosísisimo payaso “Tolocho”) y un servidor agarramos la moda de ir los domingos a la lucha libre, comprar boletos de ring side y apoyar durante toda la función a los rudos, nada más para darle contras al resto de los aficionados.

Obvio nos sobraron mentadas de madre, proyectiles, vasos con cerveza y algunos otros líquidos y en alguna ocasión algún valiente que quería defender a golpes a los técnicos. Puntadas de chavos, nomás por pura diversión.

No soy, ni pretendo ser, “monedita de oro” para caerle bien a todos, pero me preocupan ciertas actitudes que vengo observando de un tiempo a la fecha, con el boom de las redes sociales.

Soy periodista y ejerzo con libertad y siempre con respeto el derecho a la libre expresión de las ideas, manifestando dentro del género de la opinión mis puntos de vista sobre determinados temas. Publico en diversos medios que replican sus contenidos en redes sociales.

Me encanta dialogar, discutir sin pelear, argumentar y defender mis opiniones, mismas que intento sustentar en hechos, antecedentes, documentación, no en la simple percepción, en el “yo creo” o el “a mi me parece” y menos en el “me contaron”.

Me resulta triste el hecho de que en nuestro entorno existan personas que. cual el tipo servil empleado de José Ramón, no tengan otra misión en el mundo que ir por la vida dando contras para buscar llamar la atención; que no importa el tema, ellos tienen que ir en contra de la corriente para montar un pleito y que de esa manera alguien les responda.

En el “gato de basurero” (aunque él se siente de Angora) ese lo puedo entender porque es la única forma de mantenerse vigente y ganarse unos cuantos pesos, pero en aquellos que a pesar de los años se comportan como mi compadre Tolocho y yo en las luchas, no entiendo su proceder

Me causan pena, porque debe ser muy triste vivir la vida tan solitarios, tan olvidados, sin poder brillar con luz propia, teniéndose que colgar de otros para que les brinden un poquito de atención.

En la Fiesta Brava me he topado con varios últimamente y con ellos he intentado dialogar, argumentar, discutir, pero resulta inútil, porque insisten en mantener vivo el pleito para que su poquita luz no se extinga y así es difícil.

No soy ni me siento más que nadie e insisto, expreso con libertad y respeto mis puntos de vista, por lo que espero encontrar el mismo respeto de quienes no compartan mi visión de las cosas.

Para el dizque periodista mi repudio, para los otros mi conmiseración.


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Vía / Autor:

// Francisco Tijerina Elguezabal

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Autor: lostubos
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