Por Carlos Chavarría
Ante las primeras limitaciones impuestas en razón de la sequía ya se empiezan a dibujar las grietas de nuestro frágil tejido social y el delicado modelo de equilibrio político.
Como si viviéramos en la época de la mayor oscuridad, habitantes de las mismas tierras cercanas como Allende Nuevo León y más lejanas como Tamaulipas y San Luis Potosí se encienden para defender lo que consideran suyo y no del planeta, como es el agua corriente.
La narrativa oficial paga caro su estrategia de comunicación de hacer villanos a unos que se “roban el agua” en tanto los funcionarios de turno se erigen en defensores de un patrimonio que no es de nadie pero sí vital para todos, toda polarización social como método de solución de problemas entraña anarquía, más cuando se trata de asuntos que escapan al conocimiento de los humanos como es el ciclo del agua y el clima.
Si se toma la información a la mano de lo que ocurre con el consumo de 8 mil millones de humanos en toda la tierra y el disparejo perfil de disponibilidades de agua dulce, en un entorno natural que agotó su capacidad para auto regenerarse [https://www.usgs.gov/special-topics/water-science-school/science/el-ciclo-del-agua-water-cycle-spanish] deberíamos como especie empezar a prepararnos para un cambio completo de modo de vida en relación al agua, porque a la vista no se ve la intención de reconocer que ya no podemos seguir creciendo confiados en que ya lloverá.
Con cacerolazos no se arreglará nada, excepto darle más armas para la grilla a las facciones en pugna por el poder, que ya han hecho suficiente daño al punto de haber perdido la visión estratégica o de largo plazo en un tema tan crucial para la vida como es el hidrológico y climático.
Está bien denunciar privilegios, excesos, abusos, desperdicios y todos los pecados hidráulicos que se detecten, pero no como flor de un día de emergencia, producto del arrebato por el miedo razonable a perder el futuro por el agua, sino como norma que debería estar mas allá de la circunstancia del momento.
Este tema y otros, como la salud y la educación, son tan críticos como para dejárselos nada más al gobierno y todos debemos involucrarnos desde nuestra escala de hogar-barrio hasta conseguir un nuevo modelo de uso y práctica, que nos permita transitar por y hacia un futuro que se apunta cada vez más problemático.
Debemos recuperar para todo fin práctico la mentalidad de que dependían nuestros ancestros que no siquiera tenían la tecnología básica de bombeo y tratamiento y eso los exponía ante la necesidad de cuidar tan costoso elemento como es el agua.
Más vale ponernos en esa tesitura apremiante, para que entremos en razón respecto a la nueva era que ya se nos vino encima, el agravamiento del cambio climático es un hecho, aprovechemos a las instituciones y lo que la ciencia nos aporta, para diseñar, adaptarnos y cuidar todo lo relativo a la naturaleza que resulta concomitante entre sí y no solo el agua.
Empecemos por reconocer que los humanos somos especialistas en alterar todo lo referente a nuestro medio ambiente [https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2018/02/WGIIAR5-Chap3_FINAL.pdf], no solo las empresas o unos cuantos, la vida humana en sí y el modo consumista materialista, en continuo crecimiento y desgaste, altera todos los ciclos de la naturaleza y eso ya no da más.
Ningún problema se arregla solo y en esa dirección lo primero que tenemos que hacer es informarnos y conocer la interrelación de todos los factores involucrados. La estrategia seguida hasta ahora, de buscar agua para satisfacer la demanda ya no puede ser la única directriz para la administración del agua [https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2018/02/ar4-wg2-chapter3-1.pdf].
Ya no es opcional, el rendimiento ecológico y los impactos sobre el medio ambiente deben entrar en la nueva economía y en nuestra lógica social. En todas las decisiones debe estudiarse y calcularse los costos externos que le dejamos a la naturaleza y determinar las acciones que deben tomarse para ayudarle a completar los ciclos naturales.
Respecto a lo ya impactado deben identificarse las interferencias humanas críticas, como el caso del agua, implantando programas específicos de remediación y reversión de los daños causados. [https://documents1.worldbank.org/curated/en/861571538250112806/pdf/The-ecological-economics-of-sustainability-making-local-and-short-term-goals-consistent-with-global-and-long-term-goals.pdf].