Por Carlos Chavarría
Para el discurso presidencial el único recurso disponible para explicar el origen de todo tipo de problemas en el país, es lo que él mismo presidente llama el periodo neoliberal que cubre el periodo durante el cual se mantuvo en campaña para acceder a la posición más alta del poder público.
Es muy claro que usa ese recurso para desviar la realidad de que hasta ahora no ha encontrado una forma efectiva de lidiar con las situaciones donde se ve confrontado con los muy pocos resultados de su propia gestión en temas como seguridad, economía, salud, educación, etc.
No importa quien sea el que lo increpa o la opinión de que se trate, todo está en la misma receta, es culpa del neoliberalismo, sin importar lo que ello signifique. Todo ese círculo vicioso de palabras sin sentido ha causado un estancamiento de la acción ejecutiva y el resultado es que los problemas se han hecho más grandes, aunque el oficialismo niegue sus propios datos porque difieren de los publicados por ellos mismos, absurdo pero así es.
Sí existe una corriente de pensamiento en Occidente que pretende adjudicarle a la economía neoclásica ser el origen de la mayoría de los problemas que ahora aquejan a la humanidad y usan como argumento que al concederle al ejercicio irrestricto de las preferencias individuales el papel preponderante, la economía de mercado creó las inercias nefastas que se derivan en ciclos de auge y crisis en todos los órdenes de la vida social.
Pero la parte que más les molesta, no es el tema de la discrecionalidad en el consumo en base a preferencias.
A quienes propugnan por acabar con la economía como la conocemos, no son sus perturbaciones excesivas en temas como el de contaminación y desechos, sino el de la libertad de las personas para auto determinarse, y más les incomoda la reducción del intervencionismo estatista en la distribución de los costos y beneficios de la actividad económica y de ahí que recurren a falsos dilemas y francas falacias para eludir la responsabilidad que les atañe en la corrección de aquellas distorsiones que sí están dentro de las atribuciones de los estados modernos.
Poco les interesa el reconocer que el proceso de emancipación de los individuos que inició con la Ilustración y la Revolución francesa, fue lo que a la postre les ha permitido convertirse en gobernantes y es por eso que detestan el debate serio y disfrutan en mantenerse en narrativas super simplificadas que según ellos explican lo fácil que es mejorar todo con el simple recurso de acotar la libertad.
Si la economía neoclásica o de mercado no ha sido capaz de erradicar muchos problemas no es por causa del mercado en sí, y mucho menos por causa de la libertad, sino de la imposibilidad concreta de no poder alcanzar una justa distribución de los excedentes económicos desde los aparatos de gobierno que son verdaderos monstruos burocráticos que cada vez consumen más para sostener su errática operación.
En la más trágica de las ironías, los países que más se han aprovechado de la economía moderna son aquellos que le entraron de lleno a la aventura estatista seudo marxista, como la hoy Rusia, China, los países de la antes llamada “Cortina de Hierro”, Viet-Nam, etc., en tanto un grupo de países que tendrían mayores ventajas en razón de diferentes atributos y circunstancias, como América Latina, seguimos sumidos en luchas internas entre corrientes políticas que solo se entienden a la luz de la mezquindad de unos cuantos.
Nada es perfecto y el modelo económico requiere ajustes que debieron hacerse desde el principio de todo, el principal en la educación para no dejarse caer ni en la jaula del consumismo ni en la sumisión al Estado, donde ambas impiden del todo la prosperidad y el florecimiento del ser humano.
Pero de eso nadie quiere hablar, por supuesto las altas burocracias menos, porque de ahí, del bajo nivel de pensamiento crítico depende su supervivencia.
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