Por Zaira Eliette Espinosa
Cuando se habla de trova, especialmente del movimiento de la nueva trova cubana, uno de los referentes inmediatos es el músico, cantante y compositor Amaury Pérez, aunque él mismo asegure que no lo es. Es autor de “Acuérdate de abril”, “Hacerte venir” y un centenar de canciones repartidas en más de treinta discos a lo largo de una carrera artística que inició desde su juventud.
Su primera letra como compositor la interpretó la gran Omara Portuondo cuando Amaury apenas contaba con diecisiete años. De ahí, una actividad creativa imparable ha hecho que se presente en escenarios de todo el mundo.
Ahora, a sus 69 años, ha vuelto a México para ser parte de las actividades celebratorias al 69 Aniversario de la Independencia Cubana, en el Festival “No al bloqueo” que encabeza el Gobierno de México. Su última presentación la tuvo el domingo 24 de julio en el Teatro de San Nicolás ante un público fiel a sus melodías y que le aclamaba sus grandes éxitos.
Su lugar en el escenario, frente al atril, primero se llenó con su voz cuando se escuchó a capela “El vino triste” tras bambalinas. El silencio del público cesó con fuertes aplausos cuando el cubano irrumpió bajo las luces tenues del teatro directo a su micrófono. A su lado, le acompañó el percusionista y guitarrista cubano Abel Acosta.
Hace tres años que Amaury no salía a dar conciertos. El pasado abril, el tema “No lo van a impedir” sonó como parte de las conferencias matutinas del presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Me sorprendí que cogieran esa canción, me sorprendí mucho. Me quedé confundido y a la misma vez agradecido. La canción tiene que servir para todo. Esta canción por ejemplo en Cuba, es una canción que representa a los movimientos LGBT, es la canción que los identifica, pero también era la canción que definió al partido Morena en todas las campañas de López Obrador, pero por ejemplo también era la canción que más le gustaba a Fidel Castro mía, o sea qué canción para tener un lenguaje polisémico, que la gente la interprete de muchas maneras, y en realidad yo no me acuerdo ni porqué yo hice esa canción, yo no tengo un recuerdo nítido, era una época que yo era muy prolífico, y hacía cuatro cinco o seis canciones al día y entonces no me acuerdo que me llevó a mí a escribir esa canción. Y bueno le agradezco al Presidente, primero porque a partir de que él hizo eso, yo pude volver a México, y de pronto alguien dijo “¡está vivo, Amaury está vivo!”
“Este mismo asunto del bloqueo con Cuba, tiene tantos años eso, qué sentido tiene. Deja a Cuba sola, tranquila, y si no prospera, entonces ya el pueblo se ocupará de que no prospere, pero mientras tengas el bloqueo siempre hay a qué echarle la culpa, la culpa de todo lo que pasa la tiene el bloqueo. Quita el bloqueo y deja, a ver si nosotros podemos ser algo sin el bloqueo”.
“Yo vengo a México desde hace 44 años, yo empecé a venir a México en el 78 y ya vine a un acto político del extinto Partido Comunista Mexicano que fue en el Palacio de los Deportes no tenía idea de nada, yo tenía veintitantos años, y canté ante aquella multitud enfebrecida, que, para mi sorpresa, fíjate que fue, yo le pedí a Gabriel García Márquez, al Gabo amigo mío querido, le digo que me acompañara al teatro, yo tenía mucho frío no tenía ropa y él se quitó su camisa y me la dio la que traía puesta y yo le di la mía que era una pinche camisita de nada y él me prestó su camisa y después me la regaló… y me quedé sorprendido que el público empezó a cantar las canciones de mi primer disco, yo tampoco sabía ni que el disco estaba editado aquí, yo no sabía nada. O sea que yo he participado en México en las buenas, en las malas, en las regulares, en los temblores, en los cambios de gobierno, en todo, el presidente era López Portillo cuando yo vine la primera vez. Estábamos sacando mi mujer y yo un promedio de cuántas veces yo he venido en 44 años a México, y nos quedamos en mil, mil cien, mil doscientas”.
El concierto en Nuevo León fue gratuito, auspiciado por la Secretaría de Cultura del gobierno federal en vinculación con la Secretaría de Cultura de Nuevo León y la dirección de cultura del municipio de San Nicolás de los Garza.
Luego del soundcheck, Amaury se sentó en una escalinata a un lado del escenario dispuesto a responder a mi entrevista. Apenas estaba por enfriar el aire acondicionado del auditorio. Entre sus manos sostenía un habano sin encender, pero que igual impregnaba de su aroma a cada movimiento de sus manos. Ante un reducido grupo de personas iniciaron las respuestas.
ZEE: Alguna vez respondiste que a los artistas que viven en la isla siempre les bombardean con preguntas políticas, ¿Cómo se puede separar el pensamiento político del arte, es posible? ¿Eso te sigue molestando?
“Por poco me muero por Covid, yo después de eso dije: no me disgusto por nada, respondo todo. Es verdad que lo que pasaba antes era que tu querías hablar de una canción que habías escrito o de cualquier historia en particular y todo era política política política, y hay cosas que los artistas no es que no saben, si tú me haces una pregunta ahora, yo puedo decirte yo no lo sé, quiero decir que cuando le dices a los periodistas tres o cuatro veces “yo no sé” la gente piensa que tú estás evadiendo la respuesta y es que ciertamente hay veces que no sabes.
ZEE: Amaury, la vida es azarosa. Un día nos da alegrías, otro desdichas, un día la buena suerte y otro la pena. En el azar de esta vida, ¿qué experiencia recuerdas que haya hecho cambiar radicalmente el curso de tu historia de vida?
“La muerte de mi padre definitivamente. En el año 1990. Yo era una persona joven, cuando mi papá murió yo tenía 36 años, mi papá era joven tenía 64 y yo era como medio irresponsable, por qué, porque siempre tenía a mi papá, siempre estaba ahí, yo sabía que cualquier duda ante cualquier incertidumbre yo podía levantar un teléfono y llamarlo. De hecho todavía tantos años después y todavía si yo estoy tomándome tragos y estoy solo, y de pronto me asalta una pregunta –mi papá era un gran director y de espectáculos fue hasta su muerte el director del cabaret Tropicana que fue muy famoso en La Habana– y si estoy muy pedo recuerdo el teléfono y agarro y llamo… todavía lo hago, para mí cambió todo, ya me convertí entonces al morir él, que era el rector padre de mis hermanos, somos cinco hermanos, me convertí en el padre de mis hermanos y además ya tenía yo dos hijos chiquitos, una de un año y otro de tres, es decir todo cambió. Muchos momentos cambiaron mi vida.
Artísticamente mi vida cambió, yo cantaba para auditorios grandes, pero no tan grandes hasta que Verónica Castro me llevó a su programa Mala noche no, cuando me llevó a su programa, una parte de la izquierda mexicana más radical me odió, y escribieron en los periódicos hasta con seudónimo, que yo era un mercenario que me había vendido a Televisa, pero en realidad cuando yo salí de ese programa tuve otro público, perdí uno, pero gané otro”.
“Pena, vuela pena a donde quieras / Rómpete contra las piedras / O quédate quieta…” así va un fragmento de la canción “Pena vuela” misma que interpretó Amaury el domingo, una estremecedora canción dedicada a su madre. Luego cantó “Abecedario”, “Olvídame muchacha” entre otras que el público bien agradeció con aplausos.
Amaury ha musicalizado parte de la obra de José Martí, de Nicolás Guillén, de Miguel Hernández y de muchos poetas como también la cubana Dulce María Loynaz quien recibiera el Premio Cervantes de Literatura en 1992.
“Hay muchos poetas que me hubiera gustado musicalizar, pero también me doy cuenta que ya no tengo mucho tiempo, o sea, no hablo de tiempo de vida porque eso solo lo sabe Dios, yo lo que digo es que tiempo porque yo escribo también. He publicado en España dos novelas (El infinito rumor del agua y Diez meses y veintinueve días), un libro de cuentos, yo he hecho también muchas cosas, pero sobre todo no con la apetencia, yo canto sin creerme cantante, yo escribo sin creerme escritor, yo pinto muchísimo, pero yo no soy pintor.
Publiqué un libro de poesía, que ya me obligaron prácticamente, que se llamaba “Destinatario” que fueron todos los poemas los que escogí son los sonetos, alejandrinos perfectos, los escogí los que yo muchas veces les mando de regalo a mis amigos, a mis hijos, por su cumpleaños, entonces les mando un poema, y esos los reuní, pero tengo cientos de poemas, pero no los voy a publicar nunca”.
Amaury, risueño, amable, gustoso de compartir una conversación aseguró seguir escribiendo, especialmente una novela que lleva como título “La delicada ecología del delirio”, expresó: “es la historia de un viejo loco que fue un joven loco, muy inteligente que nació en Alemania a principios del siglo pasado y que se dedicaba al extraño e incomprensible oficio de limpiar escaparates de las casas de la gente rica, de las mujeres, y ahí se tejía historias tremendas mientras olía y miraba se inventaba las historias de la casa. Di los derechos para Netflix España de mi primera novela”.
La visita de Amaury Pérez en Monterrey dejó a su paso la esperanza de volver a tenerlo en la ciudad, quizás en el propósito de otra gira en la cual nos pueda compartir de nueva cuenta su música, su generosidad, pero sobre todo su amistad.
“Yo se lo dije al Presidente López Obrador, la única vez que hablé con él en persona en La Habana, y le dije que la gente del norte, que toda la gente del norte de México son gente muy fiel, jamás en la vida se olvidan de uno, si tú les entregas tu corazón y les entregas tu amistad”.