Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
Dos asuntos desgastaron al renunciante fiscal general de Nuevo León, Gustavo Adolfo Guerrero, el Caso Debanhi (internacional y nacionalmente) y su alejamiento del gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda, quien le regateó siempre el presupuesto al grado de tratar de inmovilizarlo operativamente.
Aunque muchos me digan lo contrario, yo asumo que Gustavo Adolfo fue un mal fiscal: no procuró la justicia, el ingreso del Cártel Jalisco Nueva Generación a Nuevo León tiene qué ver con su indolencia, no administró ministerialmente la inseguridad, al contrario, en sus áreas de responsabilidades las indagatorias tuvieron pocos resultados y se enriqueció indebida, e inexplicablemente, a la sombra del poder. ¿Cuáles fueron sus logros?
Es cierto que los feminicidios y el Caso Debahni lo disminuyeron, a tal grado que si la federación lo atrajo, sólo habla de la incapacidad e ineficiencia de Gustavo Adolfo. En realidad, sin embargo, es que Samuel Alejandro lo traía atravesado, lo cual fue aprovechado por el PRIAN, que domina el Congreso de Nuevo León, para exhibirlo como ficha de cambio. A García Sepúlveda le interesaba quitarlo, pero sobre todo que el Congreso aprobara la mal llamada nueva Constitución y el presupuesto que viene.
Samuel Alejandro la cagó. Gustavo Adolfo le ofrecía un espacio de maniobra que el PRIAN no le ofrecerá. Al entregar la fiscalía, el gobernador se queda sin Congreso, sin Sistema Estatal Anticorrupción… y sin fiscalía. Precipitarse y precipicio, qué palabras tan afines. El gobernador desgobierna o entrega un gobierno de cohabitación al panista Zeferino Salgado y al priista Francisco Cienfuegos.
¿Quién será el nuevo fiscal? Probablemente Adrián de la Garza, quien al perder el año pasado las elecciones, este año se convierte en cogobernador. Samuel Alejandro cree que gobierna y, ergo, hace como que gobierna. Alejado de sus votantes, lo suyo es política ficción: los bots no serán nunca votos o credibilidad y, por tanto, tampoco representatividad. En el primer año del resto de su sexenio, ¿a quién representa el gobernador?
Samuel Alejandro la cagó: cambien el pañal al chamaco y, de paso, pónganle su talquito.