Por José Francisco Villareal
La pereza, decía mi agüelo, hay qué merecérsela primero con una buena soba. Y bueno, en vísperas de ese emplazamiento de la muerte que llamamos “cumpleaños”, hice un recuento biográfico breve y me di cuenta que no he sido perezoso. Si después de cada “soba” no ejercí mi derecho a la pereza, tal vez sea el momento de empezar a cobrar ese salario. Así que, me abandono a la pereza intelectual y dejo que las manos escriban en tanto yo pienso en otra cosa, como en los frijoles a la charra que cocina mi madre.
Ciudadanos del mundo
En La Jornada leí una nota sobre Carlos Salinas de Gortari, el ex expósito de San Bernabé, y desde aquella huelga de hambre en Fomerrey, parece que ha cambiado su régimen alimenticio para bien. Supongo que aquella frugalidad no se desquita ahora con simples fish and chips, roast beef y Yorkshire pudding. En casa huelen ya los frijolitos en tanto mis dedos reflexionan: un nuevoleonés, que no era nuevoleonés, fue presidente de México, aunque ya no es mexicano, y vive en el Reino Unido, pero es español y, además, sefardí. El “ciudadano del mundo”, Apolonio de Tiana, no lo hubiera hecho mejor. La nacionalidad o es sanguínea o es geográfica, pero Carlos ha hecho un entramado genealógico para el cual, con el permiso de Su Majestad la RAE, habrá que inventar un nuevo gentilicio. Me intriga saber cuándo y cómo celebrará la Independencia… y cuál, ¿la de México de España o la de él de México? Recordaré este caso para consolarme cuando tenga una crisis de identidad.
París bien vale una misa
Enrique III de Navarra y Andorra, calvinista él, caso, y casó bien con doña María de Valois, católica ella, y por prestidigitaciones monárquicas, acabó siendo Enrique IV de Francia, muy flamante católico él. Dicen que dijo: “París bien vale una misa”. Tal vez no lo dijo, pero lo hizo. Y tantos políticos han seguido su ejemplo que hoy es difícil encontrar un político genéticamente puro en algún partido.
El más reciente caso es el del conocido priista Adrián de la Garza que quiere a toda costa ser Fiscal de Nuevo León. Adrián dijo: “Renuncié al PRI para llegar a la fiscalía”, consigna la edición digital de ABC.
El propio líder nacional del PRI, Alejandro Moreno, lo recomienda ampliamente como una buena opción. “Alito” sabe de eso, ya que tiene mucha “cercanía” con la fiscalía de su terruño. Parece que un papelito oficial y una firma son como el “Cordero de Dios”, que borra “todos los pecados del mundo”. A mí me parece tanto como divorciarse de una cincuentona para casarse con una quinceañera. No hay renuncia real si no hay convicción meditada y sin presiones. Este no es el caso. De otra manera sería una farsa conveniente… muy conveniente para Adrián y para el PRI, y útil para algún “otro” partido. Los ciudadanos, como siempre, aunque nos pertenece y otorgamos el cargo, no estamos invitados a este lucrativo negocio. Estaremos bajo la tutela forzada de los partidos, pero no somos tontos: Adrián en la Fiscalía representaría al PRI en la Fiscalía, es decir, no habrá autonomía. Prejuicios sí. Pero la bronca no es Adrián, la bronca es que la Fiscalía es un botín apetitoso para cualquier partido. Por lo menos Adrián es obviamente priista; habrá otros que oculten escrupulosamente su filiación o eventualmente subasten sus preferencias.
Dulce o truco
En la edición digital de ABC registraron la fiesta de Halloween del viernes 29 de octubre que, cabecean, “revivió” al Barrio Antiguo. Debió ser un acontecimiento muy feliz y redituable para los comerciantes. No sé si también para quienes aún vivan ahí. En lo personal, detesto el Halloween. No porque sea una celebración “infernal”, como dicen algunos exagerados. Como coincide con mi cumpleaños, en cuanto importamos esta fiesta (desde McAllen, seguramente), mis fiestas de cumpleaños perdieron convocatoria. Jalaba más ir de fachas a un antro que apagar velitas en un anodino pastel. ¡Como si no tuviéramos el carnaval!, un desmadre muy cristiano donde podemos igual esconder la cara falsa y exponer la verdadera máscara. Apuesto más a las calaveras del Día de Muertos, donde la cara es la misma para todos. Al final nuestra cara no es más que el disfraz de nuestra calavera. Sólo un regaño cordial para los fachosos de esa fiesta del “barrio”: el Halloween es en la víspera de Todos los Santos y se celebra el 31 de octubre, por la noche, no cuando le conviene al comercio. Así son las tradiciones de necias. Cualquier otra fecha es chunga. Y un regañito más: sean más creativos con el disfraz. La idea es engañar, no exhibir nuestras fantasías más secretas. Alguna vez me disfracé de romano clásico, con todo y toga. Debo admitir que la faldita es cómoda, pero acabé envolviendo las piernas con la toga, por el frío, y por serias amenazas de manoseo. Ni modo. Nunca podré realizar mi fantasía de ser un legionario romano ni escribir como Catulo. No entendía que la idea del disfraz es engañar. Verbigracia: “Alito” Moreno con sombrero dialogando con los campesinos del sur del estado. Y ni siquiera les dijo antes: “¡Dulce o truco!”