Por Francisco Tijerina Elguezabal
Nunca te quejes de lo que en todo momento está en tu poder para liberarte. // Adam Smith
Las quejas por la construcción de las nuevas líneas del Metro en Monterrey apenas empiezan, son tímidos lances de pequeños grupos de vecinos que manifiestan su descontento ante la indolencia de un gobierno que les ha prometido 20 veces que los escuchará y atenderá, pero que en el fondo simplemente patea el bote y sigue montado en su macho de construir el proyecto de la manera en que los ciudadanos se oponen.
Es apenas el inicio, las huestes del gobierno de Samuel García no han probado aún, y mucho menos entendido, la fuerza de la población descontenta y los alcances y repercusiones que sus protestas pueden tener.
Es más que evidente que tanto al secretario de Movilidad, Hernán Villarreal, pero también al General de Gobierno, Javier Navarro, les falla el cálculo y no han dimensionado con exactitud la olla de presión que están calentando y que tarde o temprano le reventará en plena faz al gobernador Samuel García.
Porque ese rollo de que quieren hacer una encuesta para consultar a los vecinos del sur si la construcción de la Línea que pretenden hacer por Garza Sada es elevada o a nivel les va a tronar, ya que la postura de los habitantes de la zona no es otra que exigir que se haga subterránea y de ahí no se moverán ni un ápice.
Con la línea de Santa Catarina tal vez no encuentren oposición, pero tanto en Miguel Alemán como en Garza Sada se van a topar con pared y todo es cuestión de que lleguen las primeras máquinas para que el asunto suba de tono y comiencen las dificultades.
Operación, mano izquierda, socialización, cabildeo, son palabras que es más que claro no han sido conjugadas por el actual gobierno y aunque nunca es tarde para hacerlo, ya van con el tiempo atrás para empezar a hacer algo que debió ocurrir hace muchos meses.
Y esto es muy sencillo, o lo entienden ahora o los harán entenderlo por la fuerza.