Por Félix Cortés Camarillo
No fue precisamente el primero, aunque sí el más notorio presidente de los Estados Unidos que insinuó la anexión del México a los estados del norte a su país, pero Richard Nixon fue muy radical.
Tampoco tuvo, de este lado de la raya, un rechazo frontal. Los mexicanos de acá tenemos muy claro que no hay un solo México: que el tropical sureño, y en la 4T tan elogiado es muy diferente del árido y próspero norte. Y que lo más lógico, económicamente hablando, sería trazar una raya a la altura de Aguascalientes para convertir a nuestro norte en la estrella 51 de la bandera de las barras y las estrellas. Y ahí nos vemos.
El asesinato en Matamoros de dos ciudadanos de los Estados Unidos, negros, supuestamente confundidos con delincuentes haitianos según la imbécil explicación del gobernador de Tamaulipas, ha puesto nuevamente el tema de la soberanía nacional en la mesa.
Hay una propuesta en la Cámara de Representantes de Washington para otorgarle al presidente Biden la facultad de mandar a las fuerzas armadas de su país a nuestro territorio para perseguir y castigar a las bandas del narcotráfico que no solamente envían su producto letal a los consumidores de allá sino que asesinan a quien les viene en gana de este lado de acá.
Su argumentación es válida: el gobierno mexicano es incapaz de hacer lo que tiene qué hacer para evitar ese trasiego malévolo. El mensaje mediático que dejo el juicio de García Luna en Nueva York, al que con frecuencia acude el presidente Lopitos en sus sermones, es sin duda que los criminales y los gobernantes de este país nuestro son uno y lo mismo. Incluyendo los de hoy. Y si no podemos poner orden en nuestro gallinero, necesitamos al coyote vecino a que lo haga.
Mientras no ocupe la Casa Blanca el pelipìntado de Donald Trump –y eso no es tan imposible– eso no va a suceder. Mientras tanto, el impulso de la derecha norteamericana en el Capitolio le da al presidente López municiones para atacar a quien no esté de acuerdo con él, para acusarnos de traidores a la patria y de poner en peligro la soberanía nacional, al andar invitando a ese diluvio que viene, el del Castillo de Chapultepec visitado de nuevo.
PARA LA MAÑANERA, porque no me dejan entrar sin tapabocas: lo que dice el Banco Central de los Estados Unidos duele: la inflación va a ser peor, y por eso las tasas de interés seguirán creciendo. Si la inflación de los vecinos del Norte crece, Dios nos coja confesados. Podemos seguir celebrando con el actor de Palacio Nacional de que cada día podemos comprar un dólar con menos pesos. ¿Ya se dio cuenta de que las familias que dependen de las tan celebradas remesas de Norteamérica cada día reciben menos pesos por los dólares de allá?
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