Por José Jaime Ruiz
Eventualmente la desesperación conduce a la frustración y con ella arriba el absurdo: no se puede defender la libertad de expresión proponiendo clausurar la libertad de expresión. Los defensores de la libertad convertidos en sus carceleros, así Denise Dresser.
En su todavía legible libro Los guardianes de la libertad, Edward S. Herman y Noam Chomsky escribieron: “A diferencia de la sólida percepción de la prensa como arisca, tenaz y omnipresente en su búsqueda de la verdad e independiente frente a la autoridad, hemos trazado y aplicado un modelo de propagada que muestra cómo realmente los medios de comunicación desempeñan un <<propósito social>> , pero no el de permitir que el público efectúe un control significativo del proceso político, proporcionándole la información necesaria para una inteligente asunción de sus responsabilidades políticas. Por el contrario, el modelo de propaganda deja entrever que el <<propósito social>> de los medios de comunicación es el de inculcar y defender el orden del día económico, social y político de los grupos privilegiados que dominan el Estado y la sociedad de país”.
Así Reforma, El Universal y hasta Carmen Aristegui donde, mujer al borde de un ataque de nervios, Denise Dresser propuso cancelar la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador: “La politóloga Denise Dresser señala que frente a la polarización que vive el país, dividido entre puros e impuros a juicio del presidente, desaparecer la conferencia matutina desde Palacio Nacional sería un primer paso a la reconciliación”.
–Más allá del buen deseo, Denise Dresser, ¿lo ves factible, una recomposición digámoslo así de redes de relación y de un espacio medianamente civilizado para discutir, para hablar, para alentar el diálogo político y público en un país como el nuestro frente a esta degradación que claramente hemos vivido?
–Creo que una solución tendría que ser el fin de la mañanera…
El 29 de enero de 2020, Denise Dresser se presentó en la conferencia matutina de Palacio Nacional, «orgullosamente de Reforma y de la revista Proceso«, exhibiéndose como ignorante de las esferas de la Presidencia de la República y de la autónoma Fiscalía General, y asegurando que “muchos de los periodistas de este país también vienen de una tradición de denunciar el autoritarismo”.
Quien propone la reconciliación excluyendo a la mañanera del discurso público, tuvo una sosegada respuesta de López Obrador: “Nosotros tenemos el compromiso de garantizar la libertad de expresión, de manifestación de las ideas, el derecho a disentir”.
“Y vamos a respetar siempre el derecho a la libre manifestación de las ideas y no se va a censurar a nadie, no lo hemos hecho.
“A diferencia de los conservadores, nosotros tenemos ideales, tenemos principios, pero sobre todo nos importa mucho el aplicar el principio de que la política es un imperativo ético, nos importa mucho la moral pública; el conservadurismo, su doctrina es la hipocresía. Entonces, somos distintos, somos diferentes, eso se va a ir entendiendo.
“Hay quienes por falta de información nos confunden y hay quienes, porque tienen posturas distintas a las nuestras, inventan, o sea, difaman con la máxima del hampa del periodismo de que la calumnia cuando no mancha, tizna”.
Irreconciliable, Denise Dresser inventa y desea, como dictadorzuela, excluir o extinguir la comunicación política de AMLO.
A sus adversarios Carlos Salinas de Gortari ni los veía ni los oía. Ahora que existe un diálogo circular incluyente (Dresser puede participar en la mañanera cuando se le dé la gana), los intelectuales orgánicos del conservadurismo pretenden, asumiendo ser guardianes de la libertad de expresión, cancelar la libertad de expresión. La paradoja final: la distorsión de la democracia como “pureza democrática”.