Por José Jaime Ruiz
Para Eduardo Galeano la “historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí” (El fútbol a sol y sombra, Siglo XXI, 2012). Galeano le dedica su libro a aquellos niños que se cruzaron con él, o él se cruzó con ellos, en Calella de la Costa, los muchachos venían de jugar al fútbol y cantaban: “Ganamos, perdimos, igual nos divertimos”.
Bajo los auspicios del equipo de futbol Real Madrid, se realizó el Torneo Desafío Mundial Madrid 2023. Los güercos y güercas nuevoleoneses vencieron en la final a Alemania 2-1 y se alzaron como campeones en la categoría sub 14, en España. Los jóvenes de los Centros Comunitarios de la Secretaría de Igualdad e Inclusión vencieron en el camino a Uruguay, USA White, Bonaire, Uruguay 2, Brasil, España y Alemania.
“Si es verdad que la desigualdad depende del mérito, no es menos verdad que el mérito depende de la desigualdad”, escribió Boaventura de Sousa Santos. El mérito de este puñado de muchachos, a pesar de su condición económica, depende de su talento, de su vocación, del tesón y de algo complejamente simple, saber que los sueños sólo pueden realizarse cuando se convierten en metas. Otro mérito es el entusiasmo de la secretaria de Igualdad e Inclusión, Martha Herrera, por provocar la inclusión de los desplazados en escenarios mundiales y conseguir sponsors, como el empresario Carlos Bremer, para facilitar estructura y logística.
La lucha contra la desigualdad es un combate cotidiano que, rara vez, tiene reflectores. Celebrar el campeonato es celebrar la inclusión, el trabajo horizontal de los centros comunitarios y la diversidad geográfica (no todo sucede en el área metropolitana de Monterrey).
Para Alain Touraine la “democracia tiene por fin principal asegurar la igualdad no sólo de los derechos sino también de las posibilidades”. La posibilidad de que un puñado de muchachos y dos muchachas se alcen con una copa mundial. Un equipo que no ha desterrado la belleza que nace de la alegría de jugar y que, usando una frase gramsciana, provoca que el futbol sea ese reino, esa aventura de la libertad humana ejercida al aire libre.
Campeones, sí, campeones.