Por Félix Cortés Camarillo
Al lado de la puerta de entrada, sobre la pared de la oficina de Miguel Alemán Velasco en Telesistema Mexicano, oficina que se vino abajo en los sismos de 1985, había enmarcado un documento expedido por la hace mucho extinta compañía aérea norteamericana TWA. Era una reservación a su nombre, para el futuro primer vuelo comercial a la luna, que Miguel había adquirido y conservaba como reliquia.
En aquellos días de septiembre, a mí me tocó con otros recorrer ese montón de escombros en la esquina de Niños Héroes y Arcos de Belén. No se me ocurrió ni siquiera buscar aquel papelito en blanco, azul y rojo: la prioridad era encontrar algún compañero de trabajo sobreviviente debajo de los escombros: pocos sobrevivieron. La mayor parte de los cadáveres los íbamos apilando en el estacionamiento de la avenida Chapultepec.
Miguel estuvo siempre ligado a la aviación. Desde muy joven se acercó a Aeroméxico, que había fundado en 1934 Antonio Díaz Díaz Lombardo con un avión de ala alta y cuatro asientos de pasaje voló de México a Acapulco. Cuando en 1941, a consecuencia de las dificultades que para la industria implicó la Segunda Guerra Mundial, tuvo que meter el hombro para evitar la quiebra de Aeroméxico la norteamericana PanAm: su cercanía de Miguel Alemán fue mayor.
Ayer terminó la aventura aérea de los dos Migueles Alemán.
Interjet, con su flota de vuelo aterrizada desde hace más de dos años, una huelga eterna de seis mil trabajadores, ha sido declarada formalmente en quiebra por un tribunal. Se trata, desde luego, de un mero formulismo. Siguió Interjet la misma ruta que antes habían volado Aviacsa, Taesa, Aerolíneas Internacionales y, más notoriamente, Mexicana de Aviación.
La industria del aerotransporte no es un negocio fácil. Una gran cantidad de líneas internacionales, especialmente europeas son o han sido soportadas por los gobiernos de sus países, como KLM, Lufthansa, Aeroflot, Iberia o Air France. Sabena fue la línea de Bélgica y tronó. Las aerolíneas de los países árabes tienen la inyección de los petrodólares.
Interjet fue, para Miguel Alemán Velasco, la consumación de un sueño. Adoptó con su hijo el formato de las aerolíneas de bajo costo, que con la asociación con Riyad Airlines le ha dado buenos resultados de negocio a Viva Aerobús, en virtud del volumen de pasajeros que transporta y una astuta mercadoctecnia en la que lo que parecía casi regalado antes de subir al avión ya había subido de precio en los servicios adicionales al aterrizar.
La crisis de Interjet es anuncio de los malos tiempos para la aviación comercial mexicana que todavía nos esperan. La baja calificación de la aviación mexicana le mantiene fuera de nuevas rutas a y desde los Estados Unidos. La peregrina idea de abrir los cielos de México al cabotaje de todas las aerolíneas, va a acabar de darle la puntilla a Volaris y se descuida a la misma Viva Aerobús.
Pero es bien sabido que la administración actual no tiene la menor idea de lo que quiere decir la aviación comercial de hoy. Sólo hay que ver el AIFA y los planes de hacer renacer Mexicana Militar de Aviación.
PARA LA MAÑANERA, (porque no me dejan entrar sin tapabocas): ¿Cómo se transforma un vendedor de autos en el super policía mexicano torturador, artífice de los montajes de los muertos de Ayotzinapa y un prófugo de la justicia que vende tortillas en Israel y el gobierno del presidente López quiere atraer con la promesa de inmunidad? Que le pregunte el Yedot Arjoniot, principal diario de Israel a Tomás Zerón de Lucio. O mejor, ¿por qué no le pregunta el presidente López al subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas, a quien Lopitos mandó a platicar con Zerón y negociar su cooperación?
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