Por Francisco Tijerina.
“Los más rezan con los mismos labios que usan para mentir”
José Ingenieros
De cuando en vez navego por las redes sociales, especialmente por Twitter, sin seguir un tema o tendencia fijo, sino simplemente leyendo lo que escribe la gente y la verdad no deja de sorprenderme la capacidad para mentir en tan pocas palabras y con tanta vehemencia.
Siguiendo la receta del rumor, los mentirosos de las redes sociales buscan dotar de un elemento de verdad sus historias y para hacerlas creíbles añaden otro factor, como la cercanía o proximidad, para dar un toque de verdad a sus relatos.
Así, te enteras de que gente de gobierno tiene pactado con los transportistas el incremento a las tarifas desde hace mucho tiempo y que todo es un show, según escucharon en un elevador de un edificio público.
Otros se avientan puntadas muy simpáticas como decir que “mi hermano que trabaja en mantenimiento de tal empresa, escuchó a dos directivos decir que Tigres le regaló el campeonato a Rayados para ayudarles a cuidar el negocio”.
Y por el estilo, hablan de gobiernos, deportes, funcionarios diciendo o repitiendo mentiras sin pudor ni recato. Los hay que rescatan informaciones de hace años y las publican como si fuesen de hoy y los más simplemente comparten historias sin tener certeza de ellas, pero con la pasmosa seguridad de que son ciertas “porque la vi en Twitter”.
Ni los políticos, empresarios, transportistas o gente de su tipo, discute temas “delicados” en lugares abiertos y menos cerca de otras personas, pero a la gente le gusta darle un toque de cercanía diciendo que “mi hermano” o “mi compadre” que siempre “trabaja ahí”.
Ganamos con la tecnología y la comunicación, pero perdemos con los valores, porque se miente en el contenido, se mienten en el nombre del usuario, se miente en todo y son tan obvios que sus mentiras saltan a la vista, aunque como en casi todo, no faltará quién les crea sus historias.