Por Félix Cortés Camarillo
Vamos muy bien, vamos requetebién en cuestiones de seguridad en México, es el discurso oficial desde el primer púlpito gubernamental. Mientras tanto, un día sí y el otro también tenemos que acostumbrarnos a las noticias de masacres en todos lados. Nuevo Laredo, Coatzacoalcos, Tijuana,, Michoacán, Acapulco, Zacatecas, Ciudad Juárez, usted nombre el sitio. Yo le cuento los asesinatos. Diez por aquí, cuatro por allá, siete en un bar, tres en un restaurante, ocho en un crucero.
Lo preocupante no es tanto la gravedad de la violencia. Sí lo es la ceguera inducida o, en su caso, el cinismo de la negación a reconocer lo que nos está pasando en esta violenta sociedad. No es posible seguir escondiendo la cabeza en la arena para seguir insistiendo en que estamos a toda madre, mientras los mexicanos ya no quereos salir de noche a las calles simplemente por el miedo.
Este es otro de los factores por los que los mexicanos debemos salirnos de nuestro partido favorito, el abstencionismo, a la hora de las elecciones importantísimas que se aproximan.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Bienvenida con gran alegría la lluvia abundante que cayó en Monterrey estos días. No solucionará el gravísimo problema hídrico de nuestro Norte, pese a las habladas a las que es muy afecto el gobernador de Nuevo León. Samuel se va a colgar la medalla de la Virgen de la Cueva y va a atribuir el fenómeno de El Niño a la vacilada del bombardeo de las nubes para justificar el caprichito del avión que se compró para sus paseos. Sin embargo, el incremento en el nivel de almacenaje de un par de presas será un alivio momentáneo. El problema, no obstante, ahí sigue y no tendrá solución porque tiene raíces más profundas que las creencias religiosas o la demagogia política, que tanto se parecen, y que tienen que ver con el desmedido incremento poblacional y el tradicional mal manejo, por no llamarle corrupción, de los recursos para dar abasto del líquido a la población
felixcortescama@gmail.com