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Por Félix Cortés Camarillo

Al querer o no, por decisión presidencial -como aparentemente suceden todas las cosas en este país- estamos inmersos ya en la carrera de la sucesión presidencial. Desde que yo tengo memoria, todos los mexicanos que tienen un problema, que va de la posesión de la tierra a la impartición de la más elemental justicia solamente acuden a la institución sagrada del Presidente para que se lo resuelva.

Hoy en día, la principal cuestión de los mexicanos es quién va a suceder al inquilino de Palacio Nacional en el ejercicio de su poder omnímodo.

Hasta hace un mes, no era necesario acercarse a la comitiva presidencial resguardada por un Estado Mayor presidencial que ya no existe para entregarle a Lopitos una carta demandando el destino de la sucesión presidencial. La ineficiencia de la incierta, fragmentada, estúpida y ridícula oposición junto al hambre con las ganas de comer a la carencia de una personalidad que pudiere dar contrapeso al escaso valor de las que el presidente López ofendió designándoles sus “corcholatas”.

Más hete aquí que la senadora Xóchitl Gálvez a la que la nomenklatua del poder había eliminado de sus preocupaciones porque estimaba que concediéndole el mando en la ciudad capital podía truncarle cualquier otra aspiración mayor, emerge como una alternativa al corcholatazo. Carismática, con trayectoria amplia en el servicio público sin cola que le pisen, acumuló en semanas lo que las corcholatas de Lopitos recibieron envueltas para regalo de su jefe: simpatías. Si hoy fuesen las elecciones presidenciales entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, yo creo que la candidata del poder perdía. Por estrecho margen.

Si Dante Delgado Ranauro el veleidoso –así se les llama a las putas en la política- decidiera apoyar lo que ha proclamado en dos célebres cartas a Andrés Manuel –su denuncia de la traición a los enunciados hechos por Lopitos- Claudia Sheinbaum no tendría probabilidades de éxito. Ese bamboleo al que las prostis son muy afectas, condena a Xóchitl a una muerte anunciada.

Yo no requiero de encuestas bien alimentadas para saber que Xóchitl es la favorita de las clases medias –eso quiere decir frustradas- de nuestro país. Tampoco para estar cierto de que las grandes masas de jodidos, a los que les han dicho repetidamente que si pierde la pandilla de Lopitos, su pensión de ruco se va a morir. Y la democracia, cierta o fingida, es cuestión de números. Xóchitl no va a ganar; y si gana, el aparato del gobierno le va a arrancar, por cualquier método, el Ejército incluso, cualquier dudoso triunfo. Para eso sirve la faramalla de las múltiples candidaturas desunidas de la oposición o el apoyo de Movimiento Ciudadano a todo lo que sea oposición al presidente López. Es otra muerte anunciada, si Dante lo firma y afirma.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Es que no nos damos cuenta de que la corcholatiza y sus pasarelas ilegales son una cortina de humo para lo realmente importante: el Congreso. Si el poder legislativo está en manos de Lopitos ya nos acabamos de joder.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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