Por Félix Cortés Camarillo
sueño,
con el pasado que añoro,
el tiempo viejo que lloro
y que nunca volverá
Suele suceder, inevitablemente, que en las partes últimas de los períodos de gobierno las crisis que se desataron desde el primer momento agudicen la repercusión de sus consecuencias. Los errores gestados a la luz de la presa que el poder recién adquirido genera, han venido acumulando daños y el poder tiene esa extraña cualidad de que siempre termina cobrando cuentas pendientes. En nuestro país eso es particularmente notorio porque el esquema sucesorio conduce al fenómeno del solitario en Palacio: una vez resuelto el acertijo de quién ocupará la silla presidencial en la siguiente etapa, el que se va gradualmente sufrirá la soledad.
El presidente López está enfrentando a su manera, esto es con la intolerancia, desdén y abuso de autoridad que ha demostrado todos los días, tres graves crisis que no puede resolver si no es con los recursos de la fuerza: la educativa, la sanitaria y la constitucional.
Dentro de tres semanas los alumnos de los grados elementales recibirán los nuevos libros de texto, concebidos como un instrumento de propaganda gubernamental y adoctrinamiento en cierta tendencia política. Desde luego que no es el comunismo, como dicen los que no tienen ni puta idea de lo que esa doctrina y esa práctica política significan; sí hay una tendencia hacia una visión social que no debiera ser automáticamente descalificada, como se está haciendo por parte de la derecha. Lo que sí debe ser rechazado es el procedimiento –casi pandilleril, delincuencial- con el que los libros fueron elaborados en secreto, sin consulta y sin apertura. Los libros, dice Lopitos, van porque van. Cueste lo que cueste. Y eso no es de un estadista inteligente.
Pese a todas las marrulleras declaraciones, incluyendo el sueño guajiro de la superfarmacia en la capital del país obviamente, los mexicanos saben en su propia piel y cuerpo que no hay abasto suficiente de medicamentos en todo el territorio; puede ser por falta de recursos que se fueron a otras inversiones faraónicas. Peor será si esas carencias son por incapacidad gubernamental.
Ambas pifias, de suyo gravísimas, tienen su raigambre en el desprecio del presidente López a la legalidad, a la Constitución que juró cumplir y hacer cumplir y a las leyes que de ella emanan. Y eso es lo más grave.
La obsesión de Lopitos por el poder, aunado al espejismo de que puede manejar a su antojo al Congreso por la relativa mayoría que su pandilla aún tiene, le ha llevado a la convicción e que puede desarmar el poder judicial en su conjunto, desde los jueces distritales hasta la Suprema Corte de Justicia. Ese desprecio no sólo cristaliza todos los días en acusaciones de liviandad y corrupción de todos los jueces que no le rinden pleitesía. Se condensa en su frase memorable: no me vengan con el cuento de que la ley es la ley.
Cuesta abajo no hay remedio: hay una sola dirección.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): La pandemia que los mexicanos superamos pagando con más de seiscientos mil muertos la ineptitud del doctor Gutiérrez Gatell y la obstinación del presidente López tiene víctimas colaterales. Los médicos, enfermeras, personal de todo tipo del sistema de salud se sacrificó. A cambio de ello, a esos mexicanos les regalaron frases demagógicas de agradecimiento. Hoy siguen sin darles la base prometida en su empleo y la mejora salarial y de condiciones de trabajo. No les queda más que la calle.
felixcortescama@gmail.com