Por José Jaime Ruiz
Y ocultar la vergüenza de su impotencia en la violencia. // Arturo Meza. Pandilla de carniceros
Avezado representante de la impotencia que deviene en violencia gestual y verbal –otras formas vigentes de la barbarie–, el señor que insulta y pretende “matar” al presidente Andrés Manuel López Obrador muestra la rabia de ciudadanos del país a quienes su universo, su constructo, se les hizo agua entre las manos: enrabiados, ensalivados, impotentes. La realidad de la 4T les desnuda su posición política como actividad energúmena.
Las redes sociales dan cuenta del evento. Julio César Campos Quezada, desde Lomas de Chapultepec, amenaza a AMLO: “Si estoy en posibilidades de matarlo, lo mato, a Andrés Manuel López Obrador, me súper caga, pinche anciano, feo. Lo vamos a madrear, y voy a trabajar con Loret de Mola”.
No ha sido el único impotente que resuelve su rabia, su rencor, en la violencia física o verbal. Para estos conservadores adoctrinados en el odio, no existe el diálogo, menos la deliberación o el debate. Su impotencia se transfigura en violencia.
Hay antecedentes: en Monterrey, en un evidente discurso de odio, el regiomontano Adolfo Siller amenazó con agredir físicamente al presidente Andrés Manuel López Obrador. Su repulsa contiene una carga extrema de racismo y violencia verbal en contra del presidente y su familia. Daniel Tabe, padre del alcalde de Miguel Hidalgo, Mauricio Tabe, amenazó con un cuchillo a un trabajador del Instituto de Verificación Administrativa (Invea) de la Ciudad de México.
No sólo les une el discurso del odio, en lo profundo habita la impotencia, aunque sigan viviendo social y económicamente mejor en la 4T que en la época neoliberal. Lo suyo es más profundo, ya ni siquiera religioso o ideológico (“ustedes los comunistas, nosotros los católicos”) sino psicológico y, en algunos, casos, psiquiátrico. La sexualidad, ese machismo, que deviene en su incapacidad para razonar su Weltanschauung.
El discurso de odio no viene de la izquierda, viene de la derecha. No he visto un video donde un simpatizante de Andrés Manuel López Obrador se exprese verbal y gestualmente de esa bestial manera en contra de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto.
Un rencor vivo los sacude. Milenio publica un comparativo duro que exhibe cómo en redes sociales se ataca más a Claudia que a Xóchitl: “Gálvez aparece 43 mil 180 veces ligada a alguna palabra despectiva en internet, en tanto que Sheinbaum se encuentra en 246 mil 351 ocasiones”.
Adoctrinados por el discurso de odio de Carlos Loret de Mola, Ciro Gómez Leyva, Joaquín López-Dóriga o Azucena Uresti, estos ciudadanos clasistas, racistas, supremacistas, extranjerizantes, sexistas, intolerantes, fascistas, amantes de la desigualdad… van por la vida, enrabiados, exhibiendo su impotencia.
