Por Francisco Tijerina Elguezabal
No hay duda de que nuestros diputados locales legislan con buenas intenciones, pero con cero seguimiento a lo que ellos mismos aprueban.
Las reformas aprobadas ayer a la Ley de Seguridad Privada a fin de establecer que las empresas que presten ese servicio deberán capacitar al menos cada tres meses a sus guardias para que puedan garantizar que no haya violencia en los estadios y espectáculos públicos, no pasar de ser una buena intención que no redirá fruto alguno.
Porque en principio es necesario saber que la fuerza laboral de esas compañías está conformada por empleados eventuales a los que les pagan en efectivo y por fecha, de manera que darles capacitación requeriría de una inversión que difícilmente harán los empleadores.
El ordenamiento se suma a otra brillante idea de nuestros diputados que aprobaron hace meses: la obligatoriedad de que los organizadores de espectáculos deportivos o artísticos deban montar una red de videovigilancia enfocada en tribunas, pasillos y accesos, para poder identificar actos de violencia.
Esto está aprobado, ¿pero en qué quedó? En letra muerta porque no se ha cumplido, porque no hay quien de seguimiento y quien supervise que la orden se respete.
Entonces podrán aprobar lo que quieran y decir misa, pero su acción no pasa de ser una buena intención que se queda en el papel, pero que nadie respeta y así, todo se trata de perder el tiempo y hacer como que hacen sin hacer nada y mucho menos atender los temas realmente importantes para Nuevo León.