Por Félix Cortés Camarillo
Hay algo de lo que no se puede acusar al presidente López: que oculte sus afectos y rencores. Cada mañana suelta sus descargas contra los neoliberales corruptos, ladrones, mentirosos, vende patrias en sus afanes de retornar el pasado y los enormes beneficios que les concedió. De la misma forma con los periodistas que no son paleros suyos. Igualmente, se presente la ocasión o no, es zalamero con aquellos que son de su cercanía mental, ya sean las argentinas Madres de Mayo –ignorando a las madres de los mexicanos desaparecidos– o el régimen de Cuba.
Por su decisión unipersonal, al presidente de Cuba Díaz-Canel se le hizo distinguido huésped y orador de honor el año pasado en las fiestas patrias mexicanas. No conforme con ello, le entregó la máxima condecoración que el Gobierno de México otorga a un extranjero, el Águila Azteca. El amasiato de los gobiernos de México y Cuba adquirió una sospechosa relevancia durante la crisis sanitaria del Covid 19: no solamente se importó médicos cubanos que no pasaron ninguna inspección de sus calificaciones profesionales. Se impuso que la vacunación en contra de la tal pandemia se restringiera a grupos específicos y que los fármacos aplicados fueran la vacuna Sputnik, rusa, y la Abdala, cubana. De las condiciones financieras de la importación de galenos y compra de vacunas nunca supimos detalles.
Nuevamente con ocasión de las fiestas patrias de México, este año Lopitos se despachó con la cuchara grande. Hizo de la ceremonia del grito una celebración unipersonal celebratoria de su poder omnímodo: no invitó a que participaran en ese rito popular que supuestamente pertenece a todos los mexicanos, a las personas que encabezan los otros poderes de la República, el Legislativo y el Judicial. Al primero porque no se le dio su gana. Con el Judicial fue más específico: es de sobra conocido que tiene diferencias con él. Eso aparte de haberlos insultado con el repertorio que le es familiar, destacándolo como servidor de la oligarquía.
Desde luego, ninguna ley o reglamento que yo conozca establece las ordenanzas de quién debe participar en un evento de esta importancia, pero es obvio que por la naturaleza nacional de fiesta patria debe contar con los representantes de la patria, aunque sean miembros del gobierno.
No conforme con ese desplante tan similar a los del adolescente caprichoso que se lleva el balón de futbol de su propiedad porque él no es designado el centro delantero del equipo, arruinando el juego, el presidente López invitó a participar en el desfile del día 16 a un selecto grupo de representantes de armadas extranjeras. Notoriamente hicieron sonar sus botas frente a Palacio Nacional soldados de Venezuela, Cuba y Nicaragua, cuyos gobiernos son reconocidamente violadores en sus respectivos países de las libertades y los derechos humanos que el Gobierno de México asegura una y otra vez respetar. El colmo, sin embargo, fue la presencia de los representantes del ejército ruso, que antes se llamaba Rojo.
Los de lustradas botas y paso de ganso que desfilaron frente al presidente López y su esposa, representan a los mismos soldados que bombardean edificios civiles en Ucrania y que tienen año y medio tratando de someter a un pueblo que nada más no se deja.
Cierto, en Naciones Unidas el representante Ramón de la Fuente se adhirió al voto mayoritario y tibio condenando la guerra en Ucrania. Pero en el Zócalo desfilaron los camaradas de Vladimir Putin. No se hable más. Deben ser los amores del otoño.
Dime con quién andas… reza la voz popular… y te diré quién eres.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): En mi pueblo grandote, el periódico grandote dice que la inauguración del grandote acueducto del Cuchillo II –que el presidente López y el gobernador Samuelito hicieron la semana pasada– fue pura faramalla. Algo así como el tren de Toluca a la capital, o la refinería de Tres Bocas o el Tren Maya. Samuel y Lopitos hicieron lo que los seductores dicen: nada más la puntita. Apretaron un botón, pero el agua nunca fluyó. Yo no sé si el periódico grandote mienta, pero lo cierto es que los regios siguen sin agua.
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