Por José Jaime Ruiz
La candidata de la oligarquía a través del PRIAN, (a) Frente Amplio, va de descalabro en descalabro, la semana pasada fue su peor semana, eventos que debieran encender los focos rojos, la alerta roja, la alarma roja: su visita al PRI demostró su incongruencia exhibida en una Mañanera cuando le da de palos a una piñata tricolor; la Casa Roja la expuso como lo que siempre ha sido, una corrupta; finalmente, la encuesta de Enkoll para El País la situó en su realidad demoscópica, es decir, estancada en las preferencias electorales y muy lejos de Claudia Sheinbaum y con la tendencia de crecimiento de Samuel García disputándole, sin hacer campaña, el segundo lugar.
Claudia Sheinbaum emprendió, dentro de Morena, una política de composición, de inclusión, por eso la incorporación de Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Gerardo Fernández Noroña; el berrinche de Marcelo Ebrard se desmoronó y cada día que pasa lo aleja de un liderazgo en el partido al que se afilió hace muy poco, por eso su asociación civil.
Por otro lado, ya se vio en el acto de Michoacán, la estructura del movimiento apunta no sólo al ejercicio de campaña durante estos meses, también a la presentación y representación para el Día D del próximo año. Sheinbaum, siguiendo el patrón de Andrés Manuel López Obrador, refuerza y construye con los ciudadanos una estructura electoral imposible de derrotar. Sheinbaum prepara un ejército de Morena imbatible.
Perdedores de profesión, Claudio X. González, Marko Cortés y Alejandro Moreno le hacen una campaña hueca a Xóchitl Gálvez. La apariencia, la simulación, el simulacro son sus sustantivos sin sustancia… nada sustantivos. Adjetival, Xóchitl es como el pez que muere por su propia boca. Ir de casa en casa pidiendo alojamiento, recuerda a Carlos Salinas de Gortari y su montaje cuando se enfrentó con Ernesto Zedillo. Mientras Claudia estructura, Xóchitl, la Corrupta Gálvez, desestructura.
La señal roja de alarma ya pasó también a la comentocracia. El analista Genaro Lozano fue vilipendiado en redes sociales sólo por decir en el programa de Televisa, “Tercer Grado”, lo evidente, esto es, que Xóchitl Gálvez cayó en la corrupción con la llamada Casa Roja. Jorge Castañeda apuntó la debilidad de Gálvez en las clases bajas y Darío Celis escribió: “Xóchitl Gálvez se está yendo a pique y nadie hace nada para ayudarla. El problema, dicen, es que tampoco se deja ayudar”.
Xóchitl, la Corrupta Gálvez, no pudo acreditar transparencia y honestidad en el caso de su propiedad roja; sus negativos, según la encuesta de Enkoll, son alarmantes. Su narrativa risueña es, en realidad, risible. Darío Celis recomienda: “Urge que Xóchitl arme su cuarto de guerra. Gente talentosa a su alrededor tiene de sobra”. No lo hará. Su campaña es, como ya lo señaló Dante Delgado, el Titanic. Ven el iceberg y siguen navegando hacia él. Y como Xóchitl, la Corrupta Gálvez, es daltónica, no ve el semáforo en rojo de su estancamiento, la alerta roja de su hundimiento.