Por Francisco Tijerina Elguezabal
Apuntemos la fecha y la declaración. Tomemos nota de la opinión y las personas que las vierten, porque seguramente ocurrirá lo mismo que nos pasó hace algunos años cuando algunos politizaron y se opusieron férreamente a traer agua del Pánuco y hoy todos, incluidos ellos, padecemos las consecuencias.
Pero como siempre, hay quienes tiran la piedra y esconden la mano y hoy no recuerdan su activa participación en los hechos.
Monterrey y su zona metropolitana están colapsadas ante la falta de opciones para movilizarnos; se requiere de grandes soluciones, prácticas y que se puedan implementar en breve, para ir saliendo adelante.
Sí, sí, sí, hicimos ciudades sin planeación en las que se impulsó el uso de los vehículos por encima de las personas. Y también, como parte de nuestro ADN regio colocamos el tener un automóvil propio como una meta aspiracional. Pero estos dos hechos no hubiesen tenido cabida si desde hace muchos años nos hubiésemos propuesto el dotar al área metropolitana con un eficiente sistema de transporte colectivo; tener un vehículo ya no es un lujo, sino una necesidad.
Ahora resulta que Indira Kempis es especialista en movilidad y se opone a la construcción de un viaducto sobre el Río Santa Catarina para aliviar la carga de Morones Prieto. Vaya, vaya, vaya… menos mal que no le creí sus teorías y recomendaciones sobre las criptomonedas.
Conforme pasa el tiempo las “horas pico” desaparecen en Monterrey porque ya todo el día, a cualquier hora, hay embotellamientos y atorones viales y con todo y los autos terminamos dedicando muchas horas-hombre al transporte.
“A grandes males, grandes remedios” y en tanto no resolvamos el transporte público, tendremos que seguir ampliando avenidas, porque no sé si la senadora se haya dado cuenta, pero con los atascos viales se genera una importante cantidad de contaminación ambiental que no afecta sólo a los propietarios de vehículos, sino a todas las personas.
Somos campeones nacionales en choques, atropellamientos e incidentes viales y todo ello es porque ya no cabemos en nuestras calles. Tenemos que hacer algo y pronto.
Si la solución son los segundos pisos de cuota y si la opción es que los financien particulares, pues venga, que ya vamos tarde.
Porque ni el titipuchal de camiones prometidos, ni las nuevas líneas del Metro terminarán de arreglar nuestro problema de movilidad.
Apuntemos la declaración, la fecha y sus nombres, para después reclamarles su afán protagónico y sus absurdas ideas retrógradas que muy humanas, muy humanas, pero sin sentido práctico para arreglar lo que hoy nos agobia.