Por Carlos Chavarría
No hay otro momento más contundente para aquilatar el temple de una sociedad, así como la torpeza de un gobierno, que cuando se debe enfrentar una crisis. Sea sorpresiva o anunciada, como también natural o socio-natural. México ha estudiado con mucho detalle la historia de sus catástrofes, toda esa evidencia siempre ha sido despreciada por los políticos de turno [https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-46112019000300013].
Se supone que atender a lo colectivo es la tarea central de todo mecanismo de gobierno, vivimos tiempos cuando, las magnitudes de sociedades gigantescas que creamos, que además arrastran demasiados errores de diseño y operación en sus aglomeraciones en el espacio urbano, superan con mucho la habilidad de los gobiernos para responder, pues no cuentan con los mecanismos de amortiguación y acoplamiento con la naturaleza, fuente primaria de nuestras contingencias más severas.
Desde el desastre de los terremotos de 1985, se fueron ideando medios para mejorar la respuesta de la sociedad y su gobierno a las crisis. Se crearon unidades de protección civil, en teoría se les equipó, recibieron entrenamiento, y en casi todos los niveles de gobierno existen las entidades y personas, cuyo trabajo es precisamente atender a las crisis. Entonces ¿cómo es que pareciera que no aprendemos?.
Una de las frases mas populares atribuidas a Ayn Rand es: ”Usted puede ignorar la realidad, pero no podrás evitar las consecuencias de ignorarla”. Podemos decidir evadir los hechos de la realidad, porque tenemos libre albedrío, pero los lastimosos efectos de tal decisión se aparecerán en el futuro con toda su fuerza, en forma destructiva.
Es seguro que todos los municipios importantes cuentan con sus atlas de riesgo, más aun cuando están tan obviamente expuestos y vulnerables ante la naturaleza, como los son la Ciudad de México o cualquier ciudad frente a los mares.
No se pueden evitar los huracanes, terremotos, sequías, derrumbes de montaña, y todas las variantes de la destrucción que nos vienen desde la naturaleza, pero sí se pueden al menos calcular los riesgos y actuar en consecuencia para prevenir.
En las áreas de la función pública que son responsables por la seguridad, por la vida misma, no se puede privilegiar la amistad o la lealtad, sino el conocimiento y la experiencia probadas.
Tampoco se puede ignorar y minimizar los hechos, esperando que los problemas por sí solos se arreglen o desaparezcan por senilidad. Parte de la etapa de la postmodernidad ha llevado a que los gobiernos abusen de los juegos de lenguaje con la intención de deconstruir los hechos, la evidencia y hasta la ciencia, si acaso estos no coinciden con sus propósitos de continuidad en el poder.
“If there is a possibility of several things going wrong, the one that will cause the most damage will be the one to go wrong. Corollary: If there is a worse time for something to go wrong, it will happen then”. Murphy´s Law. [http://bluebox.ippt.pan.pl/~vkoval/vk_files/funny/Murphy.pdf]
