Por Francisco Villarreal
No lo podría asegurar, pero me da la impresión de que los oráculos más socorridos en estas tierras norestenses ya no son los horóscopos sino los pronósticos meteorológicos. No para organizar las carnes asadas, que igual se arman bajo lluvias torrenciales y fríos árticos (doy fe), más bien para sacudirle la polilla a las garritas de temporada y, prioritariamente, para organizar la colada porque el cesto de la ropa sucia siempre padece obesidad mórbida. Ligar los pronósticos de nubosidad, humedad y viento, es un arte que estamos perfeccionando en el cuarto de lavado. Yo, que soy un poco alarmista en este tema y además con accesos recurrentes de TOC, trato de confirmar los pronósticos de Mauro Morales y Abimael Salas con otras fuentes, donde incluyo repentinos dolores reumáticos, la impaciencia de las moscas, y el frenesí de las hormigas arrieras. Nada más por no dejar, y con eso de que los huracanes se han vuelto muy malportados, consulté los informes de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), una dependencia gringa que se dedica a espulgar el medio ambiente y la atmósfera. La verdad no encontré nada actualizado que me pusiera de nervios y me convenciera a guardar el “jabonzote”. Sí vi su más reciente reporte sobre el huracán “Otis”, fechado el 2 de noviembre, donde básicamente se anotaba lo que a esas alturas todos sabíamos en esa fecha sobre despliegue oficial de ayuda, daños, refugiados y un recuento de casi media centena de muertos y otros tantos desaparecidos. Nota vieja, pues. Si ya no hay inestabilidad atmosférica en la zona, a la NOAA ya no le interesa tanto.
Entonces recordé que el comentócrata Jesús Silva Herzog Márquez tituló uno de sus textos como “3,000 muertos en Acapulco”; lo vi publicado hace un par de días en un recóndito portal sonorense de noticias, y más acá, reproducido en redes. En su momento hice lo que suelo hacer con este tipo de plumas monotemáticas: leí tres o cuatro párrafos y cambié de página, portal y tema. El sujeto inició su texto mencionando un video que “anda” por las redes y que, dice, fue filmado durante un sobrevuelo de la NOAA por la zona. El panorama que describió Jesús es limitado pero espeluznante: falta de agua y cadáveres en descomposición. Como yo andaba casualmente en el portal de la NOAA, pues busqué ahí el video “andariego” citado por Jesús. No, no lo hallé. Tal vez porque el mentado video ya “andaba” muy lejos “andando” en otras redes. El caso es que volví al texto para revisarlo completo. Y bueno, debo decir que Jesús es muy habilidoso con la pluma. De citar el video andariego Jesús se lanzó a un “se calculan tres mil muertos”. Es posible, pero improbable, que NOAA o National Hurricane Center, tengan la tecnología como para, con un sobrevuelo o registro satelital, identifiquen los problemas de una red de abasto de agua, y menos puedan contabilizar muertos putrefactos. El hecho es que la falta de agua fue una obviedad que pudo afirmarse sin necesidad de un vuelo de la NOAA. En tanto hubo falta de energía eléctrica, no funcionó el bombeo de agua. Para cuando Jesús publicó su texto, eso ya estaba razonablemente superado. Quedó en duda los miles de muertos referidos por el ¿periodista? De haberlos, y de haber sido contados desde un avioncito, debería haber muchos más entre los escombros. Pero no, Jesús, mañosamente tituló su columna, y luego citó a la NOAA, pero no le atribuyó el dato fúnebre. Dice “se calculan”, pero ¿quién calcula?, la NOAA no. ¿Jesús, tal vez? ¡Sepa Dios!
Lo que sigue en este libelo tan chafa, es rollo efectista, sensiblero, alarmista, y, por supuesto, la reiteración de mentiras y medias verdades contra el gobierno federal. Muchas de sus contundentes afirmaciones están sustentadas en información falsa que ha sido desmentida hasta el cansancio, incluso por los propios críticos del régimen. En el supuesto que la cifra de muertos en aquella zona llegue a la cantidad profetizada por Jesús, no será su “opinión” la que la explique ni deslinde responsabilidades. Tampoco me parece ético que un fulano que presume de ser periodista y escritor argumente de una manera tan despreciable su tirria personal contra un régimen, ni siquiera si se le pagara por hacerlo. Eso sí, bien merece ser académico de la lengua, porque fue lo suficientemente diestro con el lenguaje para traslapar una falsa fuente desde un video “andante”. Muy hábil el señor. Porque al citar a una institución de carácter científico y enlazarla con una especulación, el lector se confunde y supone que es un dato veraz, por lo que consume el rollo panfletario posterior como conclusiones correctas. En un par de líneas les jugó el dedo en la boca a sus lectores… O bien, les dijo lo que querían escuchar.
Tal vez camino junto a las engañosas fronteras de la “infodemia”, porque leí el texto de Jesús apenas hace un par de días, y en un oscuro portal de noticias. Si su escritura fue anterior, no lo sé. Pero me parece un buen ejemplo de cómo nos ha afectado la decadencia, la degradación de los medios de comunicación. Ni los medios convencionales ni su staff de comentócratas han podido superar el interdicto en el que han sido puestos por las redes, la “mañanera”, y por sus propias y frecuentes contradicciones. En estas condiciones, las campañas electorales para el 2024 corren mucho riesgo, tanto en la confrontación de información como en los hechos que puedan desatarse por la impotencia para difundir verdades o imponer mentiras sobre los candidatos. Esto no sólo pasa en la prensa opositora, pasa también en la oficialista, sobre todo la prensa salvaje de las redes sociales, donde ya pocos son los que informan con seriedad y critican con oportunidad. Los “3,000 muertos…” de Jesús Silva Herzog Márquez no están lejos de las “cabezas” de notas y blogs oficialistas: títulos llamativos que apenas se mencionan después y acaban por confundir y hacer suponer que el rollo posterior confirma al título. Trampas, pues. Pensándolo bien, tal vez yo no fui tan bueno para redactar titulares, pero al menos el auditorio podía estar seguro de confirmarlos en la nota. Una diferencia sustancial con Jesús y tantos medios opositores y oficialistas: despertar el interés, no poner trampas ni fomentar ilusiones. Aunque con la pereza o predisposición actuales de los lectores y auditorios, ya da lo mismo atrás que en ancas. En descargo del texto y en cargo al mérito del distinguido académico de la Lengua, escritor y periodista aludido, espero que las benditas y santas redes sociales me hagan el milagro de mostrarme el video andariego, y el reporte oficial de la NOAA sobre los 3 mil muertos. Mientras, me voy a poner a lavar.