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Por Félix Cortés Camarillo

Para los que solemos seguir las noticias en los medios electrónicos esta semana es un fastidio; todos los comunicadores se van de vacaciones y a nosotros nos dejan una retahíla de lo que llamamos “refritos”; no se trata de una selección de los acontecimientos más importante del año con una evaluación crítica que les ponga en contexto editorial, no. Se trata de las historias que a criterio del productor tuvieron la mejor audiencia, fueron lo mejor. Cosa que no suele suceder.

El mensaje colateral es la ratificación de una vieja convicción: solamente es noticia lo que hace o deja de hacer el gobernante. Eventualmente las tragedias imprevistas que quien decir muerte o destrucción.

De una manera u otra hay un hábito derivado de las prácticas mercantiles, el hacer corte de caja. Un mínimo balance de lo hecho y dejado de hacer en el año. Generalmente aplicado a los demás, preferentemente los del poder. O no poder.

Los mexicanos lo hacemos todos los años por estas fechas; este año tiene una connotación especial porque ya es el último balance anual que haremos el Cuatrote. El próximo diciembre, por fortuna, estaremos hablando de una administración que quisiéramos diferente de la actual: menos mentirosa en el peor de los casos.

El común denominador de la administración que ya comenzó a ir de salida es la mentira. Le principal de ellas se repite casi a diario: no somos iguales. Se refiere la frase a un distanciamiento a los gobiernos anteriores de nuestro país.

Independientemente de que por genética todos los que hoy mandan provienen de las mismas cunas que hoy desprecian, hay que reconocer que no son iguales: son peores.

La gasolina costaba hace cinco años diez pesos el litro; la promesa es que no habría nunca más los llamados gasolinazos que son aumentos repentinos del precio. Hoy la más barata cuesta 26.50; íbamos a tener el mejor sistema médico del universo. Solamente por el mal manejo de la pandemia murió más de medio millón de personas. Se destrozó el seguro popular y las guarderías infantiles, así como la escuela de tiempo completo en las que el principal atractivo para los niños pobres no era el pan del saber sino el pan a secas: en sus casas no había para comer. El INSABI fue un fracaso total y la botica gigante que va a tener todos los medicamentos del mundo sigue siendo un sueño. Un sueño idiota, además.

El dinero se está acabando entre las limosnas asistenciales a viejitos y ninis y los gastos inflados, que no pueden ser revisados porque son secretos de seguridad nacional, de las obras faraónicas que se están inaugurando a toda prisa, aunque estén a medias. El Tren Maya es una gran farsa de dispendio ineficiente y excesivo, amén de causar tremendo daño al irrecuperable paraíso de Yucatán. El aeropuerto de Santa Lucía bosteza de aburrimiento y soledad. Y la lista de embustes y falsedades, comenzando por el sospechoso abrazos no balazos para los malhechores, haría avergonzarse a Pinocchio por el tamaño modesto de sus mentiras.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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