Conocida también como Calendario azteca (aunque no es tal), esta pieza no fue valorada el año en que fue hallada, 1790.
En Coyoacán hay un mito que dice que en ese lugar se esculpió la Piedra del sol (conocido como Calendario azteca) por estar elaborado en piedra volcánica. Y es que el monolito proviene de una roca ígnea volcánica, por lo que se asoció a la explosión y a la lava basáltica del volcán Xitle; publica MILENIO.
De acuerdo con investigaciones de especialistas, se han descubierto restos arqueológicos en varias canteras de bloques de basalto, en zonas como Coyoacán, San Ángel, Chimalistac, Santa Úrsula y Copilco.
En diciembre se cumplió un aniversario más del hallazgo de la Piedra del sol, llamada erróneamente Calendario azteca.
Este vestigio fue descubierto, de manera fortuita, el 17 de diciembre de 1790 en la Plaza Mayor, ahora Zócalo de Ciudad de México, a un costado de Palacio Nacional.
La Piedra del sol tiene un diámetro de 3.60 metros y un peso de aproximadamente 24 toneladas, por lo que se considera que es el más grande monolito mexica conocido hasta ahora.
La pieza fue entregada entonces a los responsables de la Catedral Metropolitana, que la exhibían al aire libre y sin ningún tipo de protección. Fue en agosto de 1791 que el virrey Revillagigedo decretó medidas para garantizar su conservación.
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Con base en lo dicho por el arqueólogo Felipe Solís (1944-2009), una de las autoridades más reconocidas en el estudio de la cultura mexica: “En el año de 1885, los habitantes de la capital mexicana vieron con asombro los esfuerzos desplegados por un grupo de militares para desprender, del costado poniente de una de las torres de la Catedral metropolitana, el célebre monolito conocido popularmente como Calendario azteca”.
El propósito era conducirlo al nuevo Museo Nacional, ubicado a un lado de Palacio Nacional, en la calle de Moneda, para que dejara de estar a la intemperie.
Felipe Solís, quien se desempeñó como director del Museo Nacional de Antropología, dijo: “La Piedra del sol es un símbolo que representa la compleja cosmogonía de los mexicas, en su centro se encuentra la imagen del dios del Sol, Tonatiuh, con la mitad inferior del rostro descarnada, lo que simboliza la vida y la muerte”.
Tiro al blanco
En un artículo sobre la Piedra del sol, publicado en el número 41 de la revista Arqueología mexicana, Solís refiere que precursores de la arqueología en el siglo XIX “solicitaron a los gobiernos en turno que el monumento del pasado prehispánico se resguardara y protegiera de la ignominia que padecía, pues según los cronistas de la época, al estar expuesto al aire libre la masa inculta lanzaba inmundicias y fruta podrida al relieve calendárico. Incluso los soldados que en algún momento ocuparon el centro de la Ciudad de México –a causa de las constantes invasiones extranjeras que caracterizaron al México decimonónico–, mataban el tiempo ‘tirando al blanco’ al rostro de la deidad”.
El gobierno del porfiriato, atendiendo las solicitudes, decidió colocarla en un pedestal en el salón principal del Museo Nacional, ya que se trataba de una de las principales esculturas prehispánicas que hasta entonces se habían reunido en la capital del país.
En 1887 el presidente Porfirio Díaz inauguró la Gran galería de los monolitos y desde entonces el monumento destacó como núcleo y corazón del Museo Nacional.
Las investigaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han reportado que el monolito, a pesar de que al paso de los años se le identificó como Calendario azteca, no fue utilizado como tal.
Solís argumentaba que la Piedra del sol pudo haber estado en posición horizontal para ser utilizada como plataforma ceremonial y efectuar sobre su superficie sacrificios de diversa índole.
“A manera de comprobación de esta propuesta, solo es necesario recordar el dibujo que pintaron los tlacuilos del padre Durán, en su Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, referente a la época del gobierno de Axayácatl, en donde el sumo sacerdote extrae el corazón de una víctima sobre un monumento semejante”, escribió Solís.
La impactante iconografía de la Piedra del sol representa el mito de los cinco soles, con nahui ollin y el rostro de Tonatiuh, dios del Sol, al centro. A juicio de los especialistas, tiene la fecha matlactlihuan y ceacatl, que sería el año de 1479, por lo que, infieren, es el año en que se concluyó esta escultura monumental.
En 1964 el monolito fue trasladado al Museo Nacional de Antropología y colocado en el lugar de honor en la Sala Mexica, así, al entrar, lo primero que ve el público es la impactante pieza.
Imagen portada: INAH | MILENIO