Por José Francisco Villarreal
Me han regalado unas rebanadas de la mística rosca de reyes, pero fría. Honestamente no se veían mejores que las que yo hice, pero quise probar la diferencia. ¡Y me tocó el monito! No pude darlo en adopción, así que tendré que apechugar con los tamales del día de la Candelaria. El parto por cesárea, de la rosca, deshollinó mi tiznada religiosidad, hasta me saltaron pensamientos de contrición por aquello de “amarás a tu prójimo”. Pero unos minutos nada más. En ese rapto de fervor me asaltó la duda de si he sido demasiado duro con Marko Cortés, que después de todo también es mi prójimo. Tal vez me excedí al condenar su ocurrencia de descubrir el truco del frente cardiaco, en donde saca a relucir no sólo el reparto del botín electoral en Coahuila, además deja la duda razonable sobre si la selección de sus (pre) candidaturas no es democrática sino negociada, empezando por las más obvias: la presidencia de la República, la jefatura de gobierno de CDMX, y el fuero de las curules de partido. Es que, viéndolo bien, los verdaderos beneficiarios de la supina torpeza de Marko fueron el frente morenista y Movimiento Ciudadano. Ahí tienen un buen argumento para la inquinosa comentocracia nacional: ¡el desatino panista es culpa de la oposición de su oposición! Así es que dejen en paz al pobre Marko, víctima de sus enemigos, de sus aliados, y de esa abstracción arcana metafísica indefinible que son los “poderes fácticos”. Cualquiera yerra bajo semejante presión. Ya sé que se oye absurdo, pero es que a pesar de la intensa campaña contra la 4T y MC, ambos movimientos siguen firmes en la ruta electoral, con bajas sensibles pero objetivos invariables, incluso MC, que con Samuel García buscaba la presidencia “sin querer queriendo”. Ante este panorama, se entiende que a Marko se le vayan las cabras, mientras que Alito hace todo tipo de desfiguros para conservar las pocas que tiene, y a Chuy Zambrano no se le vaya ni una cabra, porque no tiene ninguna, ¡pobrecillo!
La propia respuesta de Marko ante la reacción a su imprudencia confirma que anda un poco nervioso. No es para menos con semejantes camaradas.
Su defensa es clásica de parvulario, o del que tiene poco o nulo ingenio, el socorrido “¡Tú lo serás!”. Así se oye la respuesta de Marko a don Andrés en donde ahora resulta que el frente cardiaco es “transparente” y que es la 4T la turbia. No me detendría en comparaciones, porque los procesos de selección de candidatos son completamente diferentes. Los morenistas hacen encuestas y podrán renegar de los resultados pero parecen respetarse, así sea contra las pataletas de Marcelo. Y la apariencia es vital en la política. La selección en el extinto Frente Amplio, hoy adornado con corazoncitos, a pesar de algunas encuestas ha sido una sistemática imposición antidemocrática. Si en verdad son transparentes, que también publiquen los acuerdos que se han hecho en cada caso al seleccionar (pre) candidatos, especialmente en el affaire Xóchitl-Paredes. Porque dicen que es lo “normal, ¿o no? Marko, en su desesperación, recurre a este argumento pueril. Dice que los acuerdos son normales en todo el mundo. Creo que a los mexicanos no nos interesa cómo lo hacen en “todo el mundo”, nos importa cómo sucede aquí. Lo normal no necesariamente es lo correcto. Es normal, por ejemplo, que casi a diario ejecuten al menos a un cristiano en Nuevo León. ¿Debemos conformarnos con esta normalidad? Además, no es el reparto de cargos públicos lo que cala, sino que se intentó secuestrar cargos que deben ser independientes de cualquier gobierno o facción política, como las notarías y las magistraturas. Si uno sólo de esos “compromisos” es cumplido por el gobernador priista Manolo Jiménez, podría considerarse que los “abajofirmantes” traficaron influencias, lo que creo que es un delito; además, como se “acordó” por un grupo de personas, se parece mucho a una asociación delictuosa. Manolo tiene toda la libertad de llenar con panistas su gabinete y hasta ponerlos como edecanes en un drive thru cervecero. Sería cuestionable pero no punible. Otorgar notarías o magistraturas al PAN ya es otra cosa. Sí, todos esos acuerdos han sido normales desde hace décadas. Gobernadores premian con notarías y, según Marko, sería incluso “normal” que se “acuerden” magistraturas. Pero así sea normal, no es honesto, ni legítimo, y mucho menos democrático.
En la catatónica respuesta de Marko, insiste en que el gobierno de la 4T tiene acuerdos con el crimen organizado. Es una acusación recurrente de él y otros frentistas opositores, pero no he sabido que presenten denuncias ni aporten pruebas como no sea su ya tan devaluada palabra. Es más notoria la cordial relación del régimen panista de Felipe Calderón con el crimen organizado, y el proceso de Genaro García Luna es la mejor evidencia. Eso de que estamos en vías de convertirnos en otro Ecuador, exhibe la ignorancia de Marko. No sólo no sabe lo que son “poderes fácticos”, tampoco sabe de geopolítica macroeconómica. Ecuador no sufre la venganza de un capo, es un tema de negocios, de negocios turbios por supuesto. Sólo para recapitular un poco en este caso, hay que recordar que hace pocos años Ecuador era uno de los países más seguros ¡del mundo! En el gobierno de Rafael Correa se implantó en Ecuador una especie de “Abrazos, no balazos” que logró abatir radicalmente la delincuencia. Correa oxigenó la economía, redujo la pobreza, impulsó la inversión pública, mejoró la salud y la educación… Se fue Correa y empezó el declive, sobre todo en seguridad. Casualmente al mismo tiempo Ecuador se consolidó como un punto estratégico para la distribución de drogas y en un paraíso para el lavado de dinero. Recordemos también que después de Correa han sido notorios y escandalosos los casos de jueces ecuatorianos que protegieron o liberaron a narcotraficantes. Suena muy familiar todo esto, ¿verdad? El factor común en estas crisis en Ecuador y otros países suele ser la imposición del neoliberalismo en el poder, el fortalecimiento de la elite económica, la reducción de programas sociales, el decremento o desaparición de derechos, sobre todo humanos y laborales, y el uso brutal del poder policiaco y militar del Estado contra la delincuencia en donde la mayoría de las víctimas no son los delincuentes sino los ciudadanos. De hecho, en México ya pasamos por esto, aunque maquillado por los medios corporativos como un neoliberalismo “soft”.
Ecuador se acerca peligrosamente a la “bukelización” y al Estado autoritario. Nosotros, si en casi seis años no nos “venezolanizaron”, no serían don Andrés ni la 4T los que nos llevarían a “ecuatorizarnos”, en ambos casos son cambios que surgen desde las cúpulas del poder no desde las decisiones del pueblo. Pero será mejor que don Andrés se abstenga de responder a Marko, porque eso llevaría el tema a los lavaderos y nos distraería de lo importante, ese “acuerdo normal” que es apenas la punta del iceberg. Considerando que Marko también es “prójimo”, y que su nivel discursivo es de parvulario, don Andrés podría responderle con un amable y elocuente “¡Botellita de jerez!”, o si ya de plano anda de malas, con un “¡Botellita de vinagre!”