Por José Jaime Ruiz
Lo describe la columna “Los Infiltrados” del periódico ABC: “…el miedo no anda en burro y la prueba fue que ayer, finalmente, las bancadas del PRI y el PAN en el Congreso local autorizaron la toma de protesta de José Alfredo Pérez Bernal como nuevo diputado de Movimiento Ciudadano. De no hacerlo, el Legislativo habría caído en desacato por ignorar la orden del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por lo que los panistas Carlos ‘Chale’ de la Fuente, Mauro Guerra, y el priista Heriberto Treviño, prefirieron no arriesgarse”.
El acto del PRIAN en el Congreso de Nuevo León de ninguna manera prefigura una despresurización en sus relaciones con el gobernador del estado libre y soberano de Nuevo León, Samuel Alejandro García Sepúlveda. Francisco Cienfuegos y Zeferino Salgado tienen que asumir sus derrotas judiciales, el gobernador no, él las difiere porque se trata de presurizar más a Paco, Chefo y Chale, no dar espacios de movilidad política y judicial.
El destino electoral los alcanzó en su desatino político, movilizarse y maniobrar, para los capos del PAN, cada vez es más difícil. El entorno nacional y local los coloca entre la espada (Samuel Alejandro) y la pared (Unidad de Inteligencia Financiera y Fiscalía General de la República). El gobernador no se va a fastidiar, no se va a cansar, no está en su naturaleza, lo suyo es fastidiar al PRIAN, sitiarlo, cercarlo, bloquearlo, acorralarlo, asaltarlo, atacarlo, embestirlo, hostigarlo, acosarlo, coaccionarlo, molestarlo.
El asedio es una de las formas más terribles de la guerra y el PRIAN es ahora pasivo y Samuel Alejandro activo. Recuerdo el cerco de otro Alejandro, el magno, a la ciudad de Tiro.
Lo cuenta bien Pseudo Calístenes:
“Allí se le oponen los tirios, que le niegan el paso a través de su ciudad, a causa de un antiguo oráculo que habían recibido con este texto: ‘Cuando os ataque, tirios, un rey, vuestra ciudad será reducida a ras de suelo’. Por eso se le enfrentaron para que no penetrara en su ciudad. Se le opusieron, después de amurallar en círculo toda su ciudad. Hubo una fiera batalla en cuyo transcurso los tirios mataron a muchos de los macedonios. Alejandro se retira derrotado a Gaza, y recobrándose allí pensaba cómo arrasar Tiro.
“Y vio en sueños Alejandro que alguien le advertía: ‘Alejandro, no pienses en acudir tú mismo a Tiro como mensajero’. Al despertarse, envió a Tiro embajadores con unos mensajes que decían así: ‘Yo, Alejandro, rey, hijo de Amón y del rey Filipo, el más grande rey de Europa y de toda Asia, de Egipto y de Libia, a los tirios, que ya no sois nada. Al hacer yo mi marcha por las regiones de Siria deseaba realizar mi incursión en paz y concordia con vosotros. Pero vosotros, los habitantes de Tiro, habéis sido los primeros en enfrentaros a nosotros, al emprender nuestra marcha. Así que sólo con vuestro ejemplo van los demás a aprender cómo someten los macedonios con fuerza vuestro desvarío, y temblarán de oponerse a nosotros. Ya es seguro el oráculo que se os dio. Invadiré vuestra ciudad. ¡Que os vaya bien de acuerdo con vuestra sensatez, o si no, que os vaya bien en vuestro infortunio!’.”
Chefo, Paco y Chale se amurallan en el Congreso de Nuevo León, el asedio del gobernador no se detendrá. Entre su destino y su desatino, desaventurados en su sensatez o en su infortunio: «Luego Alejandro arrasó toda Tiro y la redujo a sus cimientos. Y hasta hoy se dice: ‘¡Las desgracias de Tiro!’.» Un consejo final para Paco Cienfuegos: cuando veas una cabeza de vaca cortar…
