Por Carlos Chavarría
Iniciaron las campañas electorales que dirimirán cuál de las dos candidatas principales habrá de continuar con la política de siempre, la del péndulo que ya para nada se relaciona con la realidad que vivimos y el contexto en el que nos estamos moviendo. El péndulo entre un estado concentrador y otro distribuidor de la riqueza que todavía no se produce.
Por lo que presentaron como sus líneas discursivas y oferta básica será más de lo mismo, intenciones coherentes con el discurso político reciente, un retrato de los casi 6 años que aún no terminan y nada de modificar la visión concreta para el futuro, convincente y que encause la energía de la sociedad.
Claro que lo más novedoso es que habrá tres campañas, porque el presidente López Obrador también ya anunció su campaña alterna que inicia con una gira por 23 estados del país para reforzar su imagen y la de su candidata, la cual no quiere modificar el guion que ya diseñó la presidencia para ella.
Han transcurrido casi 6 años de la misma política para manipular la democracia estresando a todo el país y dándole la razón a Michel Foucault:
“La política es la guerra continuada por otros medios” y “El derecho es una cierta manera de continuar la guerra”, son dos afirmaciones que Foucault desarrolló a propósito de la política y el derecho, apoyándose e invirtiendo la famosa frase de Clausewitz: “La guerra es la política continuada por otros medios”.
El mejor ejemplo en el que podemos ver cómo la política continúa las ventajas obtenidas en la guerra, lo encontramos en el sistema democrático, donde cada una de sus instituciones reproduce las tácticas y las estrategias para seguir con las formas de dominación.
Desde esta perspectiva es importante incluir el derecho dentro de estas estrategias, porque es necesario para el desarrollo y mantenimiento de las nuevas políticas, la existencia de un sistema de normas con carácter impositivo que permita, en una legalidad triunfante, sostener la polarizacion y la exclusion dentro de un orden de legitimidad aparente para sostener el mismo sistema.
El derecho que debería ser autárquico y regenerarse a sí mismo, se ha convertido en el instrumento necesario de la política debido a que allí donde la política no puede por sí sola sostener y reproducir las relaciones de dominación para el poder que se han pactado de manera explícita o tácita, el derecho interviene para restablecer el orden, sancionando y castigando cualquier acción o conducta que haya buscado modificar las relaciones establecidas, las cuales, además, son vistas como normales y normalizadoras por corresponder a un orden de estabilidad social y de deber ser surgidos en el momento del cese de hostilidades.
Se inicia la fase electoral dentro de un ambiente intencionalmente antagónico con el derecho y la legalidad y a nadie parece importarle, menos al oficialismo, como siempre ha sido. Se busca activamente acabar con el equilibrio democrático y abandonar todo intento por parlamentar y fortalecer aun más al presidencialismo callista. ¿Estaremos repitiendo el mismo patrón polarizante y regresivo del que no podemos deshacernos y que nos impide acabar con los atascos de siempre?