Por Obed Campos
Los que conocen el tejemaneje de la grilla en el otrora “Pueblo Mágico” y hoy más bien “Pueblo Trágico” de Santiago me cuentan que, efectivamente, David de la Peña Marroquín, va en una suerte de “caballo de hacienda” rumbo a la reelección al cargo de alcalde, pero a un costo muy alto que está pagando y seguirá pagando la ciudadanía.
Nada más en el tema ecológico-ambiental me cuentan que la situación no puede ser más desastrosa: Con tal de guardar las apariencias y las obras de relumbrón a la administración municipal nada más no se les da balancearle un poquito, y por ejemplo, recoger la basura que se acumula por toneladas en la sierra y otros parajes.
En tanto sigue el negocio de los inspectores y de algunos funcionarios con el otorgamiento de permisos sin el previo estudio de impacto ambiental lo que se traduce en que, como hongos tras la lluvia, han proliferado cientos de cabañas, campamentos, bungalows, igloos y cuanta mamarrachada se le ocurra a los comerciantes del “turismo ecológico” que prolifera en la sierra sin orden y sin control alguno.
Ah, perdón, sí hay control: con uno de a 500 por cabaña o bungalow para los inspectores, ahí muere.
De los moches que dejan los festivales y otras mariguanadas, luego le platico, al igual que el desorden por puritita corrupción en el rubro restaurantero y otros negocios turbios que el alcalde De la Peña no ve o no quiere ver o hace como que no ve.
Pero no me pierda de vista y le seguiré platicando.
Y tampoco pierda de vista el caballo de hacienda en el que está montado el alcalde rumbo a su reelección.
CRISIS ES IGUAL A OPORTUNIDAD
No es ninguna novedad quien manda y ha mandado en los últimos años en el Valle de Las Salinas, al norte de Monterrey.
La reacción de las autoridades estatales y federales y la detención de dos presuntos sicarios tras el atentado contra la candidata morenista a la Alcaldía de El Carmen, Graciela Villarreal el viernes pasado habla bien de la coordinación tan necesaria en estos casos de las autoridades.
Pero aquí se está dando la oportunidad irrepetible de acabar de una vez por todas con las bandas de la delincuencia organizada en la zona.
Ya se vio en otros escenarios que los abrazos no funcionan.
Nuevo León merece la paz.
