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Por Félix Cortés Camarillo

Se sabe desde siempre –y hay un chiste procaz al respecto– que en el cuerpo humano todos los órganos son igualmente importantes e indispensables. Ninguno es mejor que el otro. Dice el chascarrillo obsceno que no quiero contar, que en una asamblea de todos los órganos en la que cada uno alegaba su supremacía –que si los riñones, que si el hígado, que si el cerebro, con más puntos a favor– no se podían unificar criterios, hasta que el esfínter anal les dijo: ¿y qué tal que yo dejo de funcionar?

            Vulgaridad aparte, nadie me puede discutir que el órgano más sensible e importante de nosotros es el bolsillo, talega, faltriquera, saquillo, bolso, monedero, zurrón, costal, macuto, morral, alforja, bolchaca, billetera, zacuto, cartera o porsiacaso. Desde luego, no por el nombre del continente sino por la esencia del contenido. Ese dinero maldito que nada vale y que es tan solo vanidad; tampoco da felicidad, pero siempre –me dijo una exnovia– es mejor ser infeliz con billetes, que ser una pobre infeliz. No tuve argumentos.

            Inesperadamente, en plena campaña electoral mexicana, el dinero pasó al podio y dijo heme aquí, para convertirse de inmediato en el eje central de la discusión política mexicana. No salió porque le dio la gana: lo sacó el cuatrote porque anda escaso de efectivo. Por iniciativa del presidente López, sus dóciles jamelgos admitieron en comisiones de la Cámara de Diputados la propuesta de crear el fondo (fideicomiso) de las pensiones del bienestar. Dizque que para que todos los pensionados se jubilen con el ciento por ciento de lo que ganaban antes de pasar a retiro. Por ahí estaba oculta la cifra tope de recompensa: 16,700 pesos al mes.

            Muy bien, dijo el populacho, pero ¿de donde saldrá la marmaja para esa aventura?

            Muy fácil, dice la propuesta presidencial: de todas las cuentas de Afore de los mayores de 70 años, inactivas o a nombre de fallecidos que no hayan sido reclamadas. Dicho esto, la propuesta fue aprobada en comisiones por 19 votos contra 10. Y de ahí pasó al pleno, para la comunión.

            Solamente que, en el camino, alguien se quiso pasar de vivo y de lambiscón, y en el dictamen sometido, agregó que a esas cuentas abandonadas se agregaran las afores de aquellos septuagenarios que siguieran, no solamente vivos, sino en actividad productiva y generando capital a sus cuentas. El descontento es magno en México, sobe todo ante la impotencia de frenar la esencia confiscatoria de esa disposición. Ayer, presumiblemente por instrucciones del presidente López, germen de esa iniciativa, la Cámara de Diputados pospuso su resolución. Es obvio que alguien le contó a Lopitos las consecuencias de esta confiscación ilegal.

            Consecuencias políticas. Y electorales, que eso es lo que tiene a Lopitos caliente. Esos dineros en juego, me importa poco si son cuarenta mil millones o cinco veces esa cantidad, se ha convertido en punto de inflexión de estas elecciones: de pronto nos estamos dando cuenta de que en junio no se trata de la Presidencia de la República solamente. Que lo más importante es que una fuerza de oposición, incluso si ganara Xóchitl la presidencia, tenga mayoría en el Congreso. La democracia es equilibrio de poderes.            

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Pompas ricas de colores: la burbuja de los quince mil millones de dólares que Tesla iba a invertir en Nuevo León, que nos ha presumido el gobernador mentiroso Samuelito, se está desinflando. El señor Elon Musk acaba de correr al diez por ciento de sus empleados en el mundo, un total de 14 mil seres humanos y anda en apuros. Dicen los que saben que está pensando en abrir una megafábrica de autos eléctricos en Asia. Y ¿el megahub de movilidad eléctrica en Nuevo León, señor nuevo, nuevo Samuel?

‎felixcortescama@gmail.com

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Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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