Por Obed Campos
Los permisos indiscriminados para fraccionamientos, sobre todo en áreas que deberían ser zonas ecológicamente protegidas, son otra manifestación de la falta de planificación y visión a largo plazo, y más bien visión de negocios de la administración de David de la Peña Marroquín, quien busca actualmente repetir en el cargo de la Presidencia Municipal del otrora “Pueblo Mágico”, Santiago, Nuevo León y hoy más “Pueblo Trágico”.
¿Se están considerando los impactos ambientales y sociales de estas decisiones? Pareciera que la vorágine del desarrollo urbano ha superado la capacidad de gestión y control de las autoridades locales, pero no es superación sino disimulo vulgar que ha convertido a más de un empleado municipal en millonario de la noche a la mañana.
Bueno, habría que preguntarle al mismo David y al ex alcalde y diputado Javier Caballero cómo le han hecho para quedarse con tantas propiedades de las de mayor privilegio catastralmente hablando. Sin embargo, en medio de estas sombras, hay destellos de esperanza.
Organizaciones ciudadanas, grupos ambientalistas y activistas anticorrupción están trabajando incansablemente para promover la transparencia, la rendición de cuentas y la justicia. Así que, al tiempo David, al tiempo.
Santiago, Nuevo León, se encuentra en una encrucijada. Puede optar por seguir sumido en la oscuridad de la corrupción y el desorden, o puede emerger como un ejemplo de resiliencia y transformación.
La decisión está en manos de aquellos que creen en un futuro mejor para esta tierra de contrastes. Es hora de tomar acción y recuperar el verdadero espíritu de este paraíso perdido.