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Diego Rivera en París: los años cruciales

Entre 1911 y 1921, el pintor y muralista no solo incursionó en el cubismo y el futurismo sino que se hizo de un estilo al margen de las modas y el mercado.

En la rue du Départ de París ya no hay vestigios del edificio que habitó Diego Rivera por casi una década. Tampoco hay placas que evoquen su presencia en el barrio parisino de Montparnasse, cuya vida al comienzo del siglo XX giraba en torno a una estación ferroviaria, talleres de artesanos y de pintores. El legendario café La Rotonde, donde solía departir hasta la madrugada con pintores como Amedeo Modigliani y críticos de arte y poetas como Guillaume Apollinaire, ya no es en absoluto aquel lugar pequeño y acogedor, de bohemia y debate, que atendió su dueño hasta que la capital francesa fue asediada por el ejército alemán en 1914; publicó MILENIO.

A sus 25 años, Rivera optó por un espacio modesto en un inmueble vetusto. Desde el tercer piso podía ver los trenes que a su paso dispersaban el humo de carbón quemado, obligándolo a desplazar su ya entonces gruesa humanidad para cerrar las ventanas e impedir la intoxicación. El fino pintor duranguense Ángel Zárraga, también de 25 y conocido entre los mexicanos como el “primer ocupante” de París, aconsejó al guanajuatense tomar aquel cuarto que servía a la vez de taller y vivienda, donde generalmente hubo café, té y vino, que compartió con su primera esposa, la rusa de San Petersburgo, Angelina Beloff, de 31 años. Cada uno por su cuenta se había mudado a París con el deseo de estudiar en la ciudad de la Belle Époque y la estética impresionista.

Aquel joven alto, notable por sus ojos saltones y una discreta sonrisa, tenía cierto carisma entre los colegas y pronto halló un sitio en La Rotonde, sosteniendo ideas revolucionarias y contando historias crueles con las que se ganó el apodo de “tierno caníbal”. Por eso fue que un andaluz llamado Pablo Ruiz Picasso, que a sus 30 años ya era líder en los talleres del Bateau Lavoir de la colina de Montmartre, lo llamó para intercambiar ideas sobre el arte.

El cubismo era un movimiento incipiente que Rivera asimilaría ávido de experimentar técnicas nuevas, pero renuente a ser un imitador. Picasso había sorprendido en 1907 con la geometría de sus Señoritas de Aviñón. Hacia 1912 y 1913, los pintores Albert Gleizes y Jean Metzinger, el crítico de arte André Salmon y Apollinaire publicaron textos que darían patente al cubismo, rompiendo con los esquemas rígidos de la academia.

Como Rivera, otros artistas de Montparnasse eran inmigrantes. Con su obra incidirían en un cambio significativo en el arte y reconvertirían el sistema de comercialización, en el que concurrían nuevos marchands o representantes de ventas, galeristas modestos, organizadores de exposiciones en salones alternativos, coleccionistas, teóricos influyentes, críticos de arte, editores de revistas especializadas y columnistas de diarios que habrían de dar al público una exposición mediática.

Marc Restellini, historiador del arte francés, reconocido especialista en la vida y obra de Modigliani, está de acuerdo en que “el sistema cambió con estos pintores. La tipología de los comerciantes ya no era la misma. Los marchands de la generación anterior eran burgueses, ricos, de buenas familias: Paul Durand-RuelAmbroise Vollard… La gente que coleccionaba a los impresionistas venía de familias muy ricas. Los pintores de la École de Paris eran pintores pobres, mientras que los impresionistas eran ricos, burgueses. Paul Cézanne, Camille Pissarro, Gustave Caillebotte, Pierre-Auguste RenoirClaude Monet tenían dinero. Modigliani era un extranjero; Chaim SoutineMoïse Kisling venían de una especie de diáspora. Los marchands que contrataban a estos artistas eran también pobres, así que el sistema económico cambió”.

Con algunos rusos, Rivera formó un grupo compacto y su domicilio fue punto de referencia para otros europeos y mexicanos. Cuando los alemanes asediaron París, muchos negocios cerraron y Mody, otro veinteañero, halló refugio en casa de Rivera y Beloff. Ella lo evocó así en sus memorias: “Modigliani venía a nuestro estudio; hablaba poco, dibujaba casi siempre bocetos de retratos de Diego; llegaba a menudo drogado, pero igual en ese estado se comportaba como una persona fina y encantadora. Vivía en una terrible miseria”.

Amedeo Modigliani, 'Retrato de Diego Rivera', 1916
Amedeo Modigliani, ‘Retrato de Diego Rivera’, 1916

Uno de los retratos de Diegovich, como le decía Angelina, fue pintado por Modigliani en el estudio de la rue du Depart en 1916, destacando el amarillo y el negro de la paleta de colores. El mismo Rivera lo confirmó en una carta del 2 de septiembre de 1953, dirigida al Museo de Arte de Sao Paulo, su actual propietario. Otro óleo pintado en 1914 en tonos azules y grises pertenece a un recinto de Dusseldorf. Por un tiempo lo tuvo en su colección Paul Guillaume, uno de los marchands que se iniciaron en el comercio por amor al arte, al margen de la élite parisina, cuando era un veinteañero como los pintores a los que representó, principalmente a Modigliani.

Amedeo Modigliani, 'Retrato de Diego Rivera', 1914
Amedeo Modigliani, ‘Retrato de Diego Rivera’, 1914

Del edificio de la rue du Départ abundan evidencias gráficas a pesar de su demolición en 1970. La ventana del estudio aparece en dos cuadros. Uno de ellos es cubista y se titula Cuchillo y frutas frente a una ventana, de 1917, pero el más notable es un retrato de 1913 de un mexicano de 22 años, Adolfo Best Maugard, un tanto olvidado, que pertenece al Museo Nacional de Arte, en la Ciudad de México.

Un retrato cubista de Martín Luis Guzmán fue hecho ahí mismo. El chihuahuense y villista en el exilio, de 26 años, dejó testimonio de una visita en 1913. Otro joven inquieto, José D. Frías, poeta queretano que para El Universal escribió crónicas de París durante la Gran Guerra, conoció el estudio a sus 24 años. Allá lo fue a buscar David Alfaro Siqueiros, diez años menor que Diego. Ramón Gómez de la Serna, líder de un cenáculo intelectual madrileño antes de cumplir 30 años, y corresponsal de El Imparcial de Madrid, Ramón del Valle Inclán, este sí mayor, debatieron en el refugio riverano.

Al estallar la Gran Guerra, colegas y contertulios de Rivera abandonaron París por un tiempo. Visto a la distancia, el lapso de 1911 a 1915 constituye la primera y luminosa etapa de Rivera en la Ciudad Luz, sellada con su primera exposición individual en la pequeña galería de Berthe Weill, una leyenda en Montmartre. El conflicto sorprendió a Diego en España, donde permaneció más tiempo de lo previsto, dándole la oportunidad de pintar su mejor obra cubista: Paisaje zapatista, con su distintivo sarape de Saltillo. En la siguiente fase, vendrían días cruciales para su persona y su profesión, una entrada de golpe a la madurez.

El 11 de agosto de 1916, Angelina Beloff dio a luz a un bebé al que nombraron Diego. La pandemia de gripa española le causaría la muerte al año y medio, hundiendo a la pareja en una crisis casi terminal y a Diego Rivera en lo que él describe en su autobiografía de 1947 como una “profunda depresión”.

Aparece entonces Marie Vorobieff Stebelska, una georgiana de 24 años que rápidamente hace amistad con la rusa y el mexicano. Se hacía llamar Marevna o “Princesita del mar”, apodo asignado por Máximo Gorki, su viejo amigo. Como artista, no perdió la oportunidad de registrar al carboncillo las horas de encierro en 1916 bajo el título Quand finirá la guerre?, donde aparecen Rivera, Modigliani e Ilya Ehrenburg, otro migrante ruso, autor de Julio Jurenito, novela basada en la infancia de Rivera.

Marevna pensaba que Rivera “no era guapo, pero sí impresionante”, según sus memorias publicadas en 1962. Diego pintó en 1915 un retrato cubista de ella y después vivirían un romance de seis meses que terminó con una pelea en la que la princesita lo hirió en el cuello con un cuchillo e intentó suicidarse, según el recuerdo de Rivera. La tormentosa relación fue reanudada sin compartir domicilio en 1919 y ella alumbraría sola a una niña a la que llamó Marika, por lo que exhibió a Diego como un irresponsable en los cafés de Montparnasse.

Diego Rivera, 'Retrato de Marevna', 1915
Diego Rivera, ‘Retrato de Marevna’, 1915

En 1963, Bertram Wolfe publicó la más detallada biografía de Rivera asegurando que fue un pintor prolífico, pero años atrás, en una carta fechada el 10 de septiembre de 1915, Paul Guillaume manifestó a Apollinaire su decepción por los precios altos, argumentando que Diego hacía “uno por mes” para cobrar hasta 400 francos por lienzo. En aquellos días, Rivera tenía contrato con un marchand de la antigua élite parisina, Léonce Rosenberg, pero su renuencia a ceñirse al cubismo enfureció a su representante y en 1918 canceló la relación. Emergieron además discrepancias entre Rivera y Picasso y, peor aún, con los críticos de arte Pierre Reverdy y André Salmon.

En una cena, Diego abofeteó a Reverdy por una opinión que consideró ofensiva. En represalia, el escritor imprimió un artículo que trascendió como L’Affaire Rivera, aludiendo a Diego como el “indio salvaje”. Luego, en 1920, Salmon publicó un libro en el que se refirió sarcásticamente al “cubismo científico” de Rivera. En su autobiografía, este aseguró haber sido blanco de sabotaje. Contaba que Apollinaire le había dado a leer una novela que remitía a presiones impuestas por marchands a los artistas. El manuscrito, según Diego, fue comprado por Rosenberg y críticos de arte, y nunca fue impreso o se editó mutilado, lo que coincide con versiones vox populi de obras desaparecidas del escritor fallecido en 1918. “Ese pobre hombre”, juzgó el líder del muralismo, fue “incapaz de concebir que yo estaba en camino de hacer algo cuyo valor no se podía calcular en francos, cuadros o años”.

En junio de 1921, Diego Rivera regresó a América. Angelina Beloff radicó solitaria en México durante 37 años, hasta su muerte en 1969. Por años, Marika recibió el apoyo monetario de su padre e hizo carrera en la dramaturgia. Marevna, que abandonó el arte comercial, en 1958 pintó sin rencores Los amigos de Diego. La Rotonde es hoy un bistró de fama, favorito de algunos políticos franceses, repleto de copias de cuadros de Modigliani, muerto en 1920.

Imagen Portada: LABERINTO | MILENIO.

Fuente:

// Con información de MILENIO

Vía / Autor:

// GUILLERMO G. ESPINOSA

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Autor: lostubos
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