Por Jenaro Villamil
De los seis nuevos nombramientos de la presidenta electa Claudia Sheinbaum para el futuro gabinete, quizá el nombre más conocido es el de Raquel Buenrostro, una de las funcionarias con mayor prestigio en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, por su papel firme y claro en la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en el Sistema de Administración Tributaria (SAT) y en la Secretaría de Economía (SE). Esta trayectoria la ubican como una especialista en el tema nodal de la Cuarta Transformación que es la lucha contra la corrupción, tanto al interior del sector público, como en el sector privado. Buenrostro no se dejó doblar por los intereses tan poderosos que circulan en el SAT, por ejemplo, el millonario regiomontano Ricardo Salinas Pliego, que perdió el poder del picaporte para que le fueran prolongando el pago de más de 60 mil millones de pesos en deudas fiscales.
El nombramiento de Buenrostro al frente de la Secretaría de la Función Pública es un signo muy claro de continuidad en la lucha contra la corrupción y contra los excesos y procesos sospechosos en la administración pública. Ella, como la mayoría de los 12 funcionarios designados, proviene de la UNAM, formó parte del gabinete de Andrés Manuel López Obrador como jefe de Gobierno (2000-2006), en la Secretaría de Finanzas. La ruptura del primer secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, pudo haber afectado a Buenrostro, pero ella siempre mantuvo la sana distancia entre el afecto al viejo profesor y la lealtad a las causas de la cuarta transformación y al presidente.
Otros dos nombramientos refuerzan el perfil de especialistas en áreas con fuertes intereses privados: en la Secretaría de Energía, Sheinbaum designa a una de sus más importantes colaboradoras desde la Secretaría de Finanzas capitalina, a Luz Elena González; y en la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, nombró al ingeniero Jesús Esteva Medina, brazo derecho de Sheinbaum desde la supervisión del segundo piso del periférico en la administración de López Obrador como jefe de Gobierno y titular de la secretaría de Obras y Servicios en el gobierno capitalino.
En su paso por la Secretaría de Finanzas capitalina, Luz Elena González incrementó la recaudación a través de la gestión de impuestos, combinando con inteligencia financiera. Tuvo un manejo muy eficaz de las finanzas públicas para ampliar el gasto en el cumplimiento de derechos, como las becas a estudiantes, o los recursos para sectores afectados por la pandemia del COVID-19.
El doctor David Kershenobich, como futuro titular de la Secretaría de Salud, representa una señal de cambio en relación con el equipo que actualmente encabeza el doctor Jorge Alcocer, quien se mantuvo al frente de una de las dependencias que mayor interés y también más ataques recibió en este primer gobierno de la cuarta transformación. Kershenobich es una de las grandes celebridades del sector público de la medicina. Recibió en 2014 el Premio al Mérito Médico, fue integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM de 2005 a 2012 y es investigador emérito nivel III del Sistema Nacional de Investigadores. Es un reconocido especialista en gastroenterología y en estudios del hígado, y fue fundador de la Unidad de Investigación del Hígado y Páncreas en el Hospital General de México.
Su nombramiento no es sorpresivo, ya que el doctor Kershenobich fue el coordinador de los foros en materia de salud en el equipo de Sheinbaum durante la campaña electoral.
También repite en el gabinete, pero asciende de subsecretaria a titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Edna Vega Rangel, una de las funcionarias más comprometidas en la parte social de esta dependencia. Ella también trabajó en el gobierno capitalino de López Obrador como directora de área en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), y en la actual administración federal fue directora general de la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) y subsecretaria de Ordenamiento Territorial y Agrario en la Sedatu. A ella le corresponderá emprender uno de los programas sociales más importantes de Sheinbaum: la construcción y otorgamiento de 1 millón de viviendas.