Por José Jaime Ruiz
Así como se tiene una virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, también se tiene una virtual dirigente de Morena electa (o elegida), Luisa María Alcalde. Tres condiciones le dan el nombramiento: Citlalli Hernández, la actual secretaria general, despejó la ruta; el bastón de mando de Sheinbaum señaló el ungimiento; el video-destape del presidente Andrés Manuel López Obrador en la Mañanera confirmó a Luisa María. Lo demás es lo de menos, incluyendo las encuestas.
En los estertores de la partidocracia, nadie mejor que Alcalde para reformatear a Morena que, de la mano de Mario Delgado y Citlalli, estuvo a punto de divorciarse del movimiento social de la 4T. Con los dirigentes anteriores existió el peligro de reproducir los vicios del PRIAN y los graves errores del PRD. Para fortuna de la transición sexenal, la dirección de AMLO y la conducción de Sheinbaum le regresan con Luisa María su original sentido al partido: la vanguardia es el movimiento, no sus dirigentes.
Transfigurando a Lenin, se puede afirmar que la 4T es más importante que Morena, aunque el partido sea el instrumento para formalizar la democracia representativa. La conciencia de clase (“primero los pobres”) en el Segundo Piso de la Cuarta Transformación se resuelve en la clase de conciencia de una prosperidad compartida; la revolución de las conciencias –se demostró el 2 de junio– encarna en la fidelidad a la 4T y sus preceptos, la tenacidad y hasta la abnegación en el heroísmo cívico. Desde la pluralidad y condición social (gran parte de la clase media y de las clases altas confiaron en Sheinbaum) se debe mantener el proceso vinculatorio con los ciudadanos, verdadera vanguardia de cualquier movimiento. La nueva dirigencia de Luisa María Alcalde tendrá que demostrar que su actitud y actividad política y electoral es responsable en estrategia y táctica, “siempre que las amplias masas se hayan convencido, por experiencia propia, que son acertadas” (El ‘izquierdismo’, enfermedad infantil del comunismo).
Comprometida con el movimiento social de la 4T desde su temprana juventud en microbuses, plazas y calles, Luisa María Alcalde no viste de Prada, si acaso, como trató de documentar la revista Quién?, de Massimo Dutti.
