Por José Jaime Ruiz
El Segundo Piso de la Cuarta Transformación también debe de trascender el modelo de comunicación política del presidente Andrés Manuel López Obrador. La Mañanera es el instrumento esencial para la llamada “revolución de las conciencias”, la mutación ideológica del individualismo neoliberal frente al combate a la pobreza, la desigualdad (“primero los pobres”) desde la solidaridad redistributiva. La transformación sin violencia, esta segunda etapa de la revolución de las conciencias, tiene que ver con el bienestar social, la prosperidad compartida.
La Mañanera es una singularidad planetaria, un ejercicio casi cotidiano cuyos objetivos son la pedagogía social y la comunicación política en un diálogo circular que rompió el monopolio televisivo, radiofónico, digital e impreso de los medios de comunicación oligárquicos. El presidente López Obrador, perseverante en una doble jornada sexenal, calculó bien ya que el cambió ideológico pasaría por el cambio de mentalidad donde lo relevante ya no fuese el afán mediocre por el dinero sino la lucha contra la desigualdad, la corrupción y la impunidad. Edificar el Segundo Piso de la Cuarta Transformación también significa profundizar en la revolución de las conciencias para que el nuevo sujeto mexicano no sea sólo objeto del consumismo sino un sujeto “ciudadanizado”.
Las nuevas generaciones educativas de la Cuarta Transformación se basan en el humanismo, en el ejercicio del pensamiento libertario, superando el modelo neoliberal del individualismo, el “aspiracionismo”, el antivalor de la especulación, la codicia por poseer, el consumismo compulsivo, la volatilidad de individuos espiritualmente vacuos. La nueva solidaridad supera el engaño neoliberal de Carlos Salinas de Gortari (Cfr. “The Berlin Summit Declaration – Winning back the people”). La nueva pedagogía social pasa por la educación pública y debe centrarse en la revolución de las conciencias de las nuevas generaciones.
El voto masivo del 2-J, mucho más numeroso del obtenido por López Obrador, facilita el ejercicio ideológico de Claudia Sheinbaum quien ya no se centraría en la pedagogía social sino en la comunicación política reduciendo tiempos y espacios de participación. AMLO destruyó el perverso maridaje entre la opinión publicada y la opinión pública. Revolucionada, la opinión pública tradujo su respaldo al cambio con continuidad, inclusive con el voto oculto de las clases medias y de las clases altas. La revolución de las conciencias debe avanzar cualitativamente.
Durante la transformación del antiguo régimen, los “periodistas” vieron decaer su papel y perdieron el crédito social: dejaron de ser los voceros de la tribu. Las benditas redes sociales fueron el instrumento del ascenso del público para la res pública. Los manipuladores naufragaron en la posverdad, en fake news, en mentiras y calumnias (desde Tim Golden hasta Carlos Loret de Mola). Contra ellos también votaron las urnas. Olvidaron que antes de la “posverdad” existe, obvio, la verdad, la evidencia, que sí son relevantes. Para cumplirse, la comunicación política tiene que insertarse, “re-concientizada”, en la “economía libidinal” de las redes sociales, en el semiocapitalismo (Franco Berardi Bifo, 2014).
El teléfono celular, la “celularización”, será la conectividad donde se cumpla la comunicación política y social de la revolución de las conciencias, eso transfigurará la arena de la Mañanera, aunque se continuará con la imposición de agenda setting (Jean Charron, 1998) desde la comunicación pública de Claudia Sheinbaum. El derecho a la información contra la desinformación como mercancía. El derecho a la información en la esfera pública contra la “obligación” a la manipulación.
La singularidad de la Mañanera de Andrés Manuel López Obrador es irrepetible, sus grandes logros comunicativos son las bases de la continuidad con cambio. El modelo de la Mañanera persistirá, pero reformateado. Permanecen la transparencia y la rendición de cuentas, el combate a la desinformación y el diálogo circular. Un tiempo de exposición medido, filtros –y solución– a las peticiones ciudadanas (es una arena nacional, no municipal), atender al periodismo de investigación antes que al periodismo de “filtración” o al periodismo “editorializado” o de propaganda de derecha o de izquierda. Podría experimentarse, también, con una especie de vocería ejecutiva alterna como desde hace muchos años sucede en otros países. Los cambios son necesarios y el estilo personal de comunicar de Claudia Sheinbaum es diferente.