Por Carlos Chavarría
Si no tomamos en nuestras manos la tarea de diseñar y construir un mejor futuro, alguien más lo hará y no necesariamente será el “mejor”. Cada uno de nosotros tiene preferencias, visiones y hechos concretos que definen lo que buscamos alcanzar para nuestras vidas y para las de aquellos que nos importan.
El futuro lo construimos cada uno dentro de los acuerdos y posibilidades sociales y culturales de la comunidad en la que nos desenvolvemos. Entre más alto vuele nuestra mente y se aleje de la caja obscura de la conciencia atada al pasado, más innovador y sólido será el futuro a construir.
En cada generación surgen personajes que han sido capaces de marcar el ritmo y la senda de los avances de amplios grupos de la sociedades de su tiempo. Han existido algunos incluso, que han tenido sendos efectos, buenos y malos, sobre la humanidad entera.
El presente donde estamos insertados y del que emergen nuestras visiones, empuja por sí solo en diferentes direcciones y peso. Hoy en la edad bautizada como Antropoceno en la cual vivimos, la preminencia y empuje de la tecnología por sobre todos los aspectos involucrados en la vida, en uno de los signos más obvios de que vamos en un futuro de cada vez mayor dependencia de los feudalismos tecnológicos asociados en cada campo de la actividad. Sin negar los beneficios individuales en pequeñas mejoras en eficiencia en el uso del tiempo, cuando se mira bajo la óptica social es fácil percatarse que no todo es tan idílico como parece.
Elon Musk recién anunci{o el servicio de taxi sin taxista, al mismo tiempo, la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC, por sus siglas en inglés), anuncia criterios para evitar la discriminación en la aplicación de la IA, pues ya más del 70% de los solicitantes de empleo, solo tratan con autómatas para sus entrevistas [https://industrialrelationsnews.ioe-emp.org/es/industrial-relations-and-labour-law-june-2023/news/article/usa-equal-employment-opportunity-commission-issued-new-guidance-on-the-use-of-artificial-intelligence-in-employment-selection-procedures].
En el mismo orden de ideas, la Asociación Médica Americana muestra su entusiasmo y preocupación por el uso de la IA y la robótica en la práctica médica y sus implicaciones a futuro en perdida de habilidades y errores médicos [https://www.infobae.com/salud/2023/12/15/los-medicos-estan-entusiasmados-y-preocupados-a-la-vez-por-el-papel-de-la-ia-en-la-medicina-segun-una-encuesta/].
Los anteriores son solo tres ejemplos de los empujones tecnológicos hacia zonas de futuro profundo que lo modelarán y la sociedad entera lo está aceptando con absoluta docilidad. La cuestión es ¿qué control tendremos sobre esas tendencias y sus efectos?.
Sin duda, los futuros profundos de cada uno de nosotros son el resultado agregado de nuestras acciones individuales, pero los resultados de estas se verán afectados y limitados por distintos factores, entre ellos, las condiciones del ecosistema social y las políticas públicas adoptadas por la gobernación y la política.
Los modelos de gobernación de las sociedades, si son valorados a la luz de las tendencias de construcción de futuros alternativos, no son sino lastres que subestiman la importancia de concentrarnos en las formas que deberemos aplicar para evitar la desvalorización de los humano frente a impulsos tecnológicos que no son moralmente neutrales.
No es tan sencillo como decidir aislarse y pretender mediante leyes y decretos que mantengamos la soberanía personal pues hasta la libertad de pensamiento está bajo acecho.
Quizás debido a la suposición de que nuestros pensamientos internos están más allá del alcance efectivo de la intervención por agentes externos, el derecho a la libertad de pensamiento ha recibido poca atención en los tribunales y escaso análisis académico en el derecho internacional al respecto de los derechos humanos. Pero a medida que la tecnología y la ciencia desarrollan imágenes cada vez más claras de cómo funcionan nuestros procesos de pensamiento y cómo se pueden acceder, alterar y manipular, es hora de reflexionar sobre las necesidades prácticas de proteger la libertad de pensamiento en la realidad digital en rápida evolución del siglo XXI.
La microsegmentación conductual, una técnica derivada de la unión de las neurociencias y los algoritmos de análisis de sentimientos y opiniones en las redes de datos, es particularmente preocupante porque apunta a interferir con nuestros pensamientos para obtener beneficios políticos y de diversa naturaleza, constituyendo una amenaza para los fundamentos de nuestras sociedades democráticas. Sin embargo, el derecho a la libertad de pensamiento es absoluto, por lo que, podría decirse que cualquier tecnología diseñada para manipular nuestra forma de pensar o sentir no debe ser permitida, independientemente del objetivo final [https://www.paloaltonetworks.lat/cyberpedia/what-is-microsegmentation].
La gobernación actual, no solo de México sino casi todos los países, está bastante atrás del ritmo e impactos de la realidad tecnológica que ya dirige las sociedades.
Los gobiernos ni siquiera están al corriente de problemas tan obvios como la seguridad y violencia, crisis alimentaria, crecimiento económico, educación, etc., mientras tanto están metidos en luchas bizantinas y mediocres acerca de las cuotas de poder para la supervivencia en la redes políticas.
Poco se puede esperar de las aparatos que nos gobiernan y todo tendremos que hacerlo los ciudadanos, para dirigir la atención de las entidades de gestión pública y la energía social hacia lo que determinemos como futuro deseable, zona donde los gobiernos pareciera que no tienen interés alguno.
¿Podemos sentarnos a esperar que personas sin carrera o experiencia en la construcción de futuros y que solo “pasan” por el servicio público, determinen lo que es mejor para todos? La respuesta es muy obvia. La degradación se encuentra a la vista.