La exposición de Daniel Taveira (Brasil) se encuentra actualmente en el Museo de Arte de Querétaro (MAQRO), un trabajo fotográfico que ha recorrido varios espacios artísticos y culturales. HOMO SAPIENS, el hombre que sabe lo que no sabe integra 200 imágenes que recorren la trayectoria humana a través de los rituales, el movimiento de la fe y el comportamiento del hombre; publica MILENIO.
Una de las recomendaciones del fotógrafo es que abramos nuestra mente al recorrer sus imágenes porque “me gusta el drama en la fotografía”. Eso plasma su lente en la exposición curada por él mismo y que lo ha llevado a transitar por 12 países, primero en Etiopía, el sitio más antiguo de África, y culminando en México, con la celebración del Día de Muertos. De alguna manera, el inicio y fin de la vida.
“Es una exposición hecha para ver y pensar sobre las realidades paralelas, entonces dentro de este contexto, tenemos muchas entrelíneas sobre la evolución del hombre, sobre si nos transformamos o no, no solo tecnológicamente sino emocionalmente, psicológicamente y socialmente. Además, para mí la fotografía muestra tus experiencias, tus deseos, las ganas que tienes de ver y entender el mundo: es una reflexión a adentrarse en otras culturas, otros universos paralelos”.
Entre los eventos y rituales se encuentran los Naga Sadhus, en el Kumbh Mela, la peregrinación religiosa más grande del mundo en la India; los judíos, en el Muro de las Lamentaciones en Israel; el Distrito de la Luz Roja, en Ámsterdam; el Carnaval de Venecia, en Italia; los rituales budistas, en Nepal; la cultura afro-descendiente, en Brasil; la Semana Santa (en diversos países); y la danza del Fuego de los Mayas, los Toritos de Tultepec y el Día de Muertos, en México.
Porque, a decir de Taveira, “cuando fotografío siento como si estuviera caminando entre lo amable y lo aterrador, documentando la realidad y la ilusión, lo beneficioso, lo malo y lo racional”.
¿Qué encontraste en la temática de los rituales?
Tengo una pasión por los rituales, por el comportamiento humano. La fotografía para mí es mucho más que un click: es una expresión personal. El movimiento de las devociones siempre fueron mis más grandes placeres, y preservar todo eso; me gusta imaginar cómo es la vida de la gente, así que me gusta fotografiar el objeto humano y la consecuencia de eso es el documento de las acciones y las tradiciones de las culturas, de todos los movimientos de fe que existen en el mundo.
¿Qué observará el público en la muestra?
Es una exposición muy compleja y mucho más grande, con 200 fotografías de 12 países. Se adentra en rituales del mundo, como por ejemplo los Naga Sadhus, la peregrinación religiosa más grande del mundo en la India, pero luego contrastamos y pasamos al Muro de las Lamentaciones en Israel. El centro principal de la exposición son los rituales, el movimiento de la fe, el movimiento del comportamiento humano, pero vamos a países del “primer mundo” también, como el Distrito de la Luz Roja, en Ámsterdam, en Holanda, y luego pasamos a echar un vistazo al Carnaval de Venecia, en Italia, para entender realmente cómo funciona y las bases del carnaval, que no solo es fiesta porque hay un contexto. Van a entender la cultura, la geografía, la poesía, el respeto a otras razas y otras fes. Van a entender que hay mucha introspección y van a poder reflexionar porque hay muchas columnas temáticas.
No solo son ritos de adoración o sacramentos, también hay otras celebraciones como de lealtad, coronaciones, bodas, funerales. Todo eso conectado de manera visual a través de la fotografía.
¿Cómo fue explorar en la selección de imágenes?
Yo hice la curaduría. Es un proyecto muy personal y decidí hacerla porque quería hacer algo más complejo. Seleccioné con mucho cuidado un concepto desde el principio, pasando por el origen, por tribus indígenas, movimientos y los comportamientos humanos de todo el mundo.
La exposición está hecha de mosaicos fotográficos, donde todas las imágenes se integran en áreas específicas del museo. El proceso de elección de fotografía fue muy placentero porque ahí trabajas tus memorias, tu experiencia, porque tus ojos están basados en tu experiencias.
¿Qué ha sido lo que más te ha sorprendido?
Las características son individuales. A mí me gusta el drama en la fotografía, y mientras más drama, mientras más profundidad, principalmente cuando hablamos de devoción, intensidad y la fe, no puedes explicar la mente humana.
Por ejemplo, uno de los momentos que llamaron mi atención fue ver personas que trabajan con la magia negra, de una manera espiritual, así que trabajan con muchos cráneos humanos, con cremaciones. Un ritual muy fuerte es el proceso de parto, y tuve la oportunidad de fotografiar uno, desde la placenta, el niño saliendo, la emoción de la mamá: todos esos detalles de un rito que no le damos importancia.
Pero lo que más me ha llamado la atención es el martirio, la capacidad psicológica, el masoquismo psicológico de la gente al punto de creer en este modo invisible de dañar su cuerpo con una fe, porque los rituales representan uno de los pilares simbólicos de la sociedad contemporánea. No tengo un ritual específico.
¿Qué te ha dejado la exploración en la temática?
Es una reflexión de respeto y de cuestionarse siempre, principalmente cuando trabajas la fotografía. Mi admiración a la intensidad de las devociones, y siempre serán de mis placeres porque son del comportamiento humano, el movimiento de la fe y todo el cuestionamiento de este proceso entendible, guiado por el comportamiento existencial; al final, para mí, se convierte en el sublime arte invisible y en el proceso de llenar el vacío: sapiens, justificando su fe.
Y además
Inmortalización de momentos
¿Por qué ‘El hombre que sabe lo que no sabe’? “El hombre piensa que sabe, pero mientras más creemos, más estamos conectados con el abismo de la falta de conocimiento. La exhibición es una especie de cura existencial; la gente interpreta la fotografía y la caracteriza como la inmortalización de un momento. Sin embargo, para mí la fotografía es mucho más que todo eso, son tus experiencias y las ganas que tienes de ver y entender el mundo, entonces es una reflexión a adentrarse en otras culturas, otros universos paralelos porque son pedazos de vida y no solo pedazos de papel que van a ver ahí”.
Imagen portada: MILENIO