Por José Jaime Ruiz
The black queen chants the funeral march… // The Court Of The Crimson King / King Crimson
Corte de manga a la presidenta de la Suprema Corte. El nombramiento de Arturo Zaldívar como coordinador general de Política y Gobierno de la Presidencia, es el contrapeso pragmático contra Norma Piña para restarle, en definitiva, peso judicial, y atajar de una buena vez el golpe de Estado blando, el lawfare. Para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo judicial.
Para Claudia Sheinbaum, con este nombramiento, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea dará “seguimiento a las reformas constitucionales, particularmente a la reforma del Poder Judicial. Obviamente con la autonomía que eso significa. (…) Es indispensable darle todo el seguimiento y, evidentemente, va a estar trabajando en coordinación con el jefe de Oficina, con la Secretaría de Gobernación y con la Consejería Jurídica de la Presidencia de la República”.
Esas correas de transmisión, sin embargo, sólo reforzarán la esencial cadena de suministro, es decir, el reporte de Arturo Zaldívar directamente a la presidenta electa, un derecho de picaporte ganado a pulso. Formalmente, Sheinbaum le entrega la transición del Plan C a Zaldívar, cuyo objetivo es reformatear el corrupto Poder Judicial y terminar con el Cártel de la Toga.
La coordinación entregada a Arturo es mayor, nada menos que encabezar el cambio del Antiguo Régimen al Nuevo Régimen donde estaba más podrido, es decir, desde el gran último reducto formal de la oligarquía, la delincuencia de cuello blanco y la delincuencia organizada.
El profundo conocimiento constitucional, la esgrima verbal y su probada lealtad a la 4T favorecieron a Zaldívar para liderar y llevar a cabo el “indispensable” seguimiento judicial del Segundo Piso de la Cuarta Transformación. Corte de manga para la presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña, y su corrupto séquito.