Por José Jaime Ruiz
“Llego nutrida y llena de la fuerza que proviene de nuestras ancestras, abuelas, madres, hijas y nietas… Con ello me comprometo a luchar para seguir construyendo igualdad y libertad para todas las mujeres mexicanas, en especial para las más vulnerables”.
// Fragmento del discurso de Claudia Sheinbaum Pardo después de recibir la constancia que la acredita como presidenta electa de México
“El feminismo silencioso es, por sobre todas las cosas, un homenaje a las mujeres ignoradas. Para que jamás olviden el gran poder que tienen”, es una de las ideas centrales de Beatriz Gutiérrez Müller en su libro recientemente presentado en el Zócalo, El feminismo silencioso. Si una de las modalidades del feminismo es ser silencioso, la misoginia siempre es estridente, notoria, violenta, así fue la campaña de Adrián de la Garza Santos en contra de Mariana Rodríguez Cantú por la alcaldía de Monterrey.
El PRIAN durante muchos años se sintió dueño de la vida pública de Nuevo León y de los negocios privados provocados a partir de ello, es decir, la privatización de la vida pública. El mandato de las urnas fue un mandato menor para Rodrigo Medina, Adrián de la Garza, Zeferino Salgado y Francisco Cienfuegos, así secuestraron la administración pública “amafiándose” durante los sexenios de Medina y Jaime Rodríguez Calderón… hasta que llegó el triunfo electoral de Samuel Alejandro García Sepúlveda. El paradigma cambió, la confrontación también.
Uno de los capítulos más crueles de esta lucha política se dio en la anterior campaña por la alcaldía de Monterrey. Al uso político de la violencia electoral a secas (el uso de la policía ministerial como brazo de coacción física electoral de Adrián de la Garza), se sumó la inédita campaña de violencia política de género en contra de la “esposa” o la “esposa de Samuel” o la “esposa del gobernador”, tratando de invisibilizar a Mariana Rodríguez Cantú.
En su libro La guerra contra las mujeres (Segato, 2016) Rita Segato describe: “La dueñidad en Latinoamérica se manifiesta bajo la forma de una administración mafializada y gangsteril de los negocios, la política y la justicia, pero esto de ninguna forma debe considerarse desvinculado de un orden global y geopolítico sobreimpuesto a nuestros asuntos internos”. Cuando el asunto interno de una mujer pasa de lo doméstico al ejercicio de la vida pública, como en el caso de Mariana, es imposible no tener enfrente quien la quiera domesticar, es decir, regresarla a la vida hogareña como “esposa” y madre porque para el patriarcado los asuntos públicos, la mafia del poder, la dueñidad de la cosa pública es asunto de hombres.
Una cosa es que la guerra sucia, patriarcal, de género, haya sido violentar las elecciones, otra, que los magistrados del Tribunal Estatal Electoral, enceguecidos, no dieran crédito a los múltiples testimonios de la misoginia. En realidad, doble violencia, en un ejercicio de opacidad, oficialmente nadie sabe la geolocalización de las patrullas y los agentes ministeriales en la jornada electoral, muchos regios saben, sin embargo, de los secuestros, la inspección, la usurpación de la cadena de suministro legal de los votos desde las casillas a las oficinas electorales.
Ningún curso de masculinidad anulará la misoginia explícita de Adrián de la Garza, tampoco el protagonismo antifeminista de Lorena de la Garza quien en su condición de mujer fue usada y abusada política y patriarcalmente desde el PRIAN para golpear a Mariana rebajándola a la condición de “esposa”. Dentro de esta lógica, entonces, si Mariana está bajo la sombra de su esposo Samuel Alejandro, Lorena sirve en su promiscua intimidad… política a Paco Cienfuegos y Adrián de la Garza.
